JIMMIE DURHAM (1940) / BAILANDO EN LA CALLE
- La globalización nos aplasta, la crisis nos hunde, la corrupción nos devora, pero la posmodernidad, nueva modernidad o lo que sea sigue bailando en la calle o en donde le dejen. Y, por cierto, que le dejan, mucho pero que mucho sitio.
- El estadounidense DURHAM nos revela que si somos crédulos tenemos que seguir sus fechorías. Nos descubre no sólo lo que es una corriente aposentada en la actualidad sino una ironía o hasta una parodia de cómo concebir una obra de arte tocando narices o sacando ojos de sus órbitas.
- Utilizar la sorpresa, todo tipo de materiales, objetos, vehículos, escorias es válido si se es capaz de que los montajes suenen, molesten, configuren, adoctrinen, recen, nos escupan y nos pidan perdón. Mientras hagan todo eso y más, la sensación está pactada, los disturbios controlados y las celebraciones obligadas.
- Es una paradoja que el arte se vea tan feo y ridículo, tan monstruoso, tan proclive a las presunciones mortuorias, catastrofistas, melodramáticas, nauseabundas, sin que ya nos escandalicemos. ¿Es que eso es lo que hay y lo que vemos? Quizás ese retrato sea el que nos conceda esta civilización traumitazada por sus apestosos desencantos. O quizás que el imaginario que nos define no tenga límites y que antes de concluir con el cierre, abramos con el espanto cariñoso, visible, artístico.
- Están todos en El Malecón. "El Rampayu", "El Rapeo", "Marruecu", "Patena", "El Burru Sangrau", "El Guaraguara", "La Berrona", "La Carpia", "La Mano Pelusa", "La Pata Roxa", "Uxara", "Xácome", "Xegome". ¿De dónde vamos a sacar tanto ron Humberto, Felipe y yo para tantos dioses de vía estrecha?
Me gusta este artísta,tiene mucho nuevo que decir. ¿Donde puedo ver más obra suya? Javier
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