CHEFER (1970) / NO SON CUENTOS DE COLOR DE ROSA
- Se ha dicho que el elemento básico de la forma es la imagen y que la forma pura anula sentimientos y emociones. De ser así, el argentino CHEFER, que acaba de exponer en la galería Liebre de Madrid, es un adalid de lo segundo, pue su obra no anula sino que remite a un mundo de sentimientos y emociones.
- Aunque hay que detenerse primero en la plasticidad de sus danzas visuales, consistentes en la fusión de distintos componentes que hacen de narcóticos confidentes como de ovillos fantasmagóricos ornamentales, hasta que la historia freudiana entre las reminiscencias de juegos infantiles y adultos cuaja con la elocuencia fulgurante -de una finura cromática que avala cualquier préstamo impagado- de todo su peso.
- Se aprecian muchos elementos subyacentes, que nacen de distintos embriones, tanto del pop como del barroco inclusive, y si me apuran del rococó, pero las notas estilísticas definitivas son inconfundibles, tanto como las de una inocencia y una semántica lúdicas que traicionan al espectador si no aborda la representación con el ojo despierto y la virtud erótica desatada.
- Nada más llegar al Malecón al anochecer, Felipe, Humberto y yo nos encontramos al Pecau Sabadiegu, con una pinta de demonio y unos enorme cuernos. ¿Quién se los habrá puesto? Nos marchamos al ver que se acercaba, no fuese que nos contagiase su mal fario.
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