4 de enero de 2010

ROBERT GOBER (1954) / NO DAR NADA POR SENTADO

  • La producción del artista americano Gober es un terreno abonado para sugerir mil hipótesis y todavía quedar con mil dudas. Él manifiesta que procura siempre invitar a la gente a no concentrarse (por lo menos no al principio) en identificar un significado o un tema en la obra, sino en comprender de qué trata concretamente, cuál es su composición física y cómo está realizada. Muy a menudo pueden encontrarse metáforas en los elementos mismos.
    • Que ésa sea la intención del autor no implica que el espectador saque una conclusión contraria, pues si toda esta escenografía es extraña y misteriosa, lo subyacente en la misma y en la concepción de su estética es que el concepto rebasa hasta lo que está oculto en su propio interior.

      • Desde luego, se propician ámbitos plásticos que se conciben con el fin de visualizar lo que nunca hay que dar por sentado y que desembocan en derroteros en los que la realidad es vencida por intentar acceder a lo inverosímil y descender, en la reflexión añadida, hasta lo intrínseco de un lenguaje que nace de lo verosímil, sin que ello nos incite a desprendernos de recelos, sospechas y temores. Por consiguiente, si vamos en busca de la visión de incertidumbres, aquí las tenemos de sobra, aunque no esperemos respuestas a preguntas que no las aguardan ni las desean.

      • Amigo Humberto, la suerte está echada. En dos mil diez abriremos las tumbas que hemos excavado y resucitaremos a los muertos que hemos enterrado. Ellos nos dirán cómo salvarnos de la eternidad a que nos condenará El Malecón una vez recibida la extremaunción.



1 comentario:

  1. Eyyyyyy, que sensación más extraña da ver estas obras.
    La primera obra de los pies de una joven damita que penden, o mejor dicho están engarzados a una tubería, a mí me transmiten flexibilidad. También es como un anuncio de ortopedia, pues esos pies y pechos son como si estuvieran diciendo: no se preocupen que podemos fabricar unos preciosos pechos si no los tiene bonitos, o por cualquier situación hubo que cortarlos. Y si le falta alguna pierna, las tenemos a su medida, flexibles y muy útiles.

    El crucifico sin cabeza y emanando agua del costado, es como si nos dijera que nuestro cuerpo es un estanque de energía. Que cuando vamos al hoyo una vez muertos, nuestras cenizas o carne, serán la energía que de vida a otras criaturas y a la tierra misma.
    Lo de la silla sola, solo se me ocurre, que no esperemos nada a cambio por esta energía que desprenderá de nuestro cuerpo. También puede significar que tanto nos han apretado las tuercas en la vida, que yo no tenemos sangre, si no que por nuestro venas y cuerpo corre agua clara. En una palabra, que nada nos afecta después de pasar tantas calamidades.

    El medio cuerpo boca abajo y con tres velas, es que una vez muertos no veremos más luz. Ya puede alumbrar el sol, las velas que pongan por nosotros, que no veremos de nuevo la luz. La luz se termina una vez que cerramos los ojos, y nos entierran boca abajo o mirando para arriba.
    También se percibe un gran abismo de inseguridad, de depresión. No se le ve la cabeza, pero puede que este mirando al mundo desde arriba y se le haga muy grande todo.
    Quien sabe lo que el autor ha querido plasmar con estas obras. Seguro no me he acercado ni un poquitín a sus ideas. Pero me ha gustado experimentar estas sensaciones.
    Saludos y Feliz 2010.

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