11 de enero de 2010

ANTONIO POVEDANO BERMÚDEZ (1918-2008) / ROSTROS QUE ESCUPEN A LA SOMBRA

  • El desgarro cromático advierte que estos rostros no reciben los santos óleos ni se encomiendan a otros lares. Conciben su sufrimiento con desprecio y aullan para hacerlo visible con su faz.
    • No hay temor en el artista español Povedano a la hora de descifrar emociones, alteraciones fisonómicas, ni revelar sus sólidos recursos plásticos que saben aprehender el hedor del espejo que refleja la condición humana con su mayor desbordamiento de negación y rechazo de la misericordia o de la mortalidad inadmisible.

      • Estos semblantes nos hablan y nos interpelan porque su configuración, sabiamente trazada, ha conseguido que cesen en su mutismo y que además griten ante la falta de luz en la que vivían y que hacía imposible su reconocimiento. Ahora tienen la iluminación de la que carecían, la que necesitaban para comunicar y transmitir su inmensa experiencia agónica.


        • Como espectadores vemos y escuchamos con asombro que salgan del lienzo y nos acompañen con la buena intención de escupir a nuestra sombra, que antes fue la suya. Por ello, no tienen derecho al descanso ni al silencio, ni siquiera al susurro, han de caminar a nuestro lado sin quejarse y con la maldición y el esputo permanente en los labios.

        • Amigo Humberto, dicen que El Malecón y la isla es un barco salpicado de sangre, como han estado siempre todos los barcos de las Antillas, que se ve cubierto bajo un pabellón de canciones: son los cantos vivos de José Martí.




1 comentario:

  1. Si no me hubiera informado, y hubiera visto que estas pinturas son caras de hombres cantores, diría que parece que en lugar de estar cantando muy eufóricos, parece que dan gritos coléricos. Claro que es posible que pusieran toda la emoción al mover y abrir la boca para que de sus pulmones y gargantas salieran el mejor de los tonos.

    Las caras dan la sensación de estar gritando. Gritos de desesperación, e incluso antes de informarme de como se llama cada obra, pensé que eran personajes locos, desquiciados y también torturados.

    Una cosa es lo que el autor ha querido transmitir, y otra la que al observador le llega. La segunda obra tiene todas las trazas de ser una persona que grita por haber recibido un gran golpe en la cabeza. El cráneo está colorado por la sangre producida por un buen golpe en el cráneo, así hace que yo lo vea por el cambio de colores que el autor le ha dado a ese trozo de la cabeza.

    El tercer rostro al verlo, mi mente caviló rápido, y se fue al excéntrico de Adolfo Hitler. ¡¡Hay que ver como es la mente humana!! Realmente se le parece. Tal vez la que está algo chiflada soy yo, porque mi mente se enreda en esta forma de pensar, y de ver las cosas. Pero ciertamente parecen espectros.
    Saludos

    ResponderEliminar