Juan Gomila, artista enraizado en Asturias, es un pionero de una concepción plástica basada en que el espacio adquiere el narcisismo del "yo" y los distintos componentes que lo integran son el "ello", considerado éste como el factor catalizador de las distintas formas en que se despliega aunque sin pérdida de la igual naturaleza con la que opera el "yo".
Al darle la vuelta al objeto, que ya no estima necesario contemplado en su origen, y ver su reverso, retoma la caligrafía de las relaciones que entre ellas se desatan, la encrucijada de formas, señalando su identificación cromática en función de la piel con que se visten y taladran la superficie.
Hay mecanismos y engranajes, y planos que sirven de mapas a circuitos y filamentos conductores, tal si fuese, en definitiva, un plasma cerebral que postulase un sentido pictórico desde la formación de lo que vertebra una condición estética dada. Y con la que no se oculta nada.
Mi amigo Humberto sopesa y tasa los síntomas y el desarrollo de la angustia en la masa pigmentada. Se ve sin energía psíquica, y enfermo de agorafobia no sale del taller, no pasea por el malecón, ni camina en busca de esa pócima mental que haga del vacío un icono con el que seguir aburriendo a la vida.
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