Me detengo de pasada ante unos fragmentos de críticas de arte que reproduzco literalmente:
"...en espontáneo parto liberador hace emerger de la nada una presencia, para que el imaginario entre en clara actitud perturbadora en su búsqueda...."
" ...la obra es un deseo por determinar la idea a partir de una configuración que se aproxima a la abstracción insinuada..."
Estos monumentos fraseológicos pueden encontrarse a miles en la actual apreciación artística que se estila tanto en medios informativos como en publicaciones y revistas. Tanta profusión viene siendo inaudita y debe obligar a preguntarnos la raíz de estas flatulencias terminológicas y semánticas que enturbian y deforman la orientación que se supone que son para el espectador y aficionado al arte.
Uno de los motivos es considerarse el crítico un representante inequívoco de un gremio de especialistas que, ungidos de la inspiración y del profundo conocimiento, entablan una feroz competencia en el establecimiento de siempre un más allá ante una obra, en su supuesta originalidad, en su conjeturada trascendencia, en su sospechada ruptura, con lo que el resultado es que la obra ya no es no por sí misma sino por lo que de ella se ha escrito. De ahí procede una pretendida opacidad y un verborreico hermetismo que tiene como fin el intimidar al espectador, de tal manera que éste reconozca su inferioridad intelectual por una parte y su estupor por otra a la hora de calibrar la importancia de un trabajo artístico y el impacto que sobre él ejerce.
También estamos ante demostraciones inanes de intervenciones que no tienen contenido ni esencia pues tal fenómeno plástico no lo acredita pero sí existe el compromiso de revestirlo. Y entonces se le ornamenta con huera fraseología.
Y por último se encuentran los seudoexpertos que han oído campanas pero no saben dónde. Éstos copian, plagian, se hacen con la terminología que consideran que es la adecuada, para al final reclamar que han recogido fielmente el espíritu de la interpretación y análisis estéticos.
Es un panorama bastante penoso del que siempre hay un perjudicado: el amante, aficionado o espectador de arte, según como queramos llamarlo.
Yo mismo peco igualmente de algunos de estos rasgos -muchas veces es hasta inevitable- si bien trato de sofrenar estos impulsos que cuando toman velocidad son irresistibles.
"...en espontáneo parto liberador hace emerger de la nada una presencia, para que el imaginario entre en clara actitud perturbadora en su búsqueda...."
" ...la obra es un deseo por determinar la idea a partir de una configuración que se aproxima a la abstracción insinuada..."
Estos monumentos fraseológicos pueden encontrarse a miles en la actual apreciación artística que se estila tanto en medios informativos como en publicaciones y revistas. Tanta profusión viene siendo inaudita y debe obligar a preguntarnos la raíz de estas flatulencias terminológicas y semánticas que enturbian y deforman la orientación que se supone que son para el espectador y aficionado al arte.
Uno de los motivos es considerarse el crítico un representante inequívoco de un gremio de especialistas que, ungidos de la inspiración y del profundo conocimiento, entablan una feroz competencia en el establecimiento de siempre un más allá ante una obra, en su supuesta originalidad, en su conjeturada trascendencia, en su sospechada ruptura, con lo que el resultado es que la obra ya no es no por sí misma sino por lo que de ella se ha escrito. De ahí procede una pretendida opacidad y un verborreico hermetismo que tiene como fin el intimidar al espectador, de tal manera que éste reconozca su inferioridad intelectual por una parte y su estupor por otra a la hora de calibrar la importancia de un trabajo artístico y el impacto que sobre él ejerce.
También estamos ante demostraciones inanes de intervenciones que no tienen contenido ni esencia pues tal fenómeno plástico no lo acredita pero sí existe el compromiso de revestirlo. Y entonces se le ornamenta con huera fraseología.
Y por último se encuentran los seudoexpertos que han oído campanas pero no saben dónde. Éstos copian, plagian, se hacen con la terminología que consideran que es la adecuada, para al final reclamar que han recogido fielmente el espíritu de la interpretación y análisis estéticos.
Es un panorama bastante penoso del que siempre hay un perjudicado: el amante, aficionado o espectador de arte, según como queramos llamarlo.
Yo mismo peco igualmente de algunos de estos rasgos -muchas veces es hasta inevitable- si bien trato de sofrenar estos impulsos que cuando toman velocidad son irresistibles.
Yo llamaría agradecidamente, a estas palabras. Palabras a un amigo:
ResponderEliminarEs una intención de agradecer… como manda cualquier civilizada y coherente norma humana de conducta social, de las que aprovecho para manifestar que adolecemos en ocasiones.
Es en referencia en este caso muy específicamente al post que realizara el crítico de arte y coleccionista de arte español, por demás amigo Gregorio Vigil-Escalera titulado “Flatulencias terminológicas o semánticas”
Más que una opinión con candores de historieta o de dadivosa retribución contextual amistosa, mi deseo de sugerencia de reparar en ella se basa en la importancia de la síntesis de la comunicación de su análisis sin descartar lo directo y actual, de ese pequeño pero firme y contundente digamos artículo.
Recomiendo a los artistas, y a los que saben que dentro de sí acunan el deseo de identificarse con lo artísticamente visual, a los que tienen su opinión propia y no acuden a una muestra de artes plásticas por prejuicio, por miedo a ser un avis raris, por terminar diciendo… Yo no soy entendido, yo no sé de esto… etc. Sin saber que no tienen que decir nada. A no ser que quieran privarse de decirse a sí mismos. La pasé muy bien, me gustó mucho ó no me gustó ó lo que quieran siempre que sea sinceramente y para con ellos mismos, y ya es una forma de partir para una posterior y diáfana formación de un gusto estético consecuente y paulatino.
El mayor conflicto en personas así intimidadas por los seudos y los oportunistas manipuladores del arte en su concepto de estética aparente con velo de notarial certeza, siempre para la comunicación masiva de la cual reciben un cheque o en otro caso su propio cheque ego centrista, que pasan de un bolsillo a otro de su empolvada carcasa… es un alejamiento contagioso, una inferioridad programada, atribuida por esos a los que el articulo se refiere, las que ellos crean y hacen que laceren.
Siempre han existido acertados críticos, profundos análisis en personas sensibles o educadas en un férreo y constante cultivo de la información, el gusto estético y la educación de una u otra forma de la visión sobre el arte. A ellos no está dedicado para nada el artículo que refiero, a ellos espero con impaciencia que Gregorio refiera en cualquier momento lo que aventuro sea un justo agradecimiento.
Si dijéramos que despliega el comentarista a que me refiero, banderas ondeantes a favor del informalismo, con dignidad y justeza… con regocijo para mí y de seguro para todos aquellos que vemos lo que como García-Viñó… no fue capaz de ver.
Si basadas en tan profundos conceptos religiosos y sobre todo cristiano, apostólico y romano, sus teorías enfrentan tan cizañeramente este tipo de expresión. Porque no recuerda las creaciones del “Señor”… en la naturaleza, en el cuerpo humano que incluye esos reductos y recovecos que mirados con modernísimo microscopio son meras obras de arte informalista, abstracta y no se sabe cuán más por descubrir… Bellezas todas. O ver la infinidad del espacio extraterrestre con los potentes y adelantados telescopios toda esa belleza de luz y contraste con su oscuro fondo infinito (donde la Iglesia esconde el paraíso, donde se esconde dios) pero igual sería en la introspección física a la molécula, al ovulo, a la retina o hamacado entre los bellos púbicos de una ninfa tal. Y aparecen informalistas bellezas que cierto no son tan divinas para muchos de nosotros… Pero si muy humanas y que inspiran y desatan muchas intenciones de querer desarrollar en un acto artístico de interpretación y realización a muchos artistas y no copistas, no representativos de meras fabulaciones religiosas.
Los que pensamos así podemos ser capaces de apreciar, admirar y entender a los que por determinados momentos históricos, momentos de oscurantismo o de falta de desarrollo tecnológico, hicieron otros entes justificando esa expresión más real, académica y perceptiva y que conservamos y apreciamos como valor de patrimonial de la humanidad.
Y además y para un gran regocijo espiritual e intelectual, los que podemos apreciar en una bella mancha natural o creada, espontanea o al azar como puesta ahí por “la mano del Señor” o a consecuencia de cualquier otro hecho teniendo conveniente también, la experiencia inconsciente de ese artista… pero creador de bellezas artísticas, a ese pintor o grabador, fotógrafo, artesano, arquitecto o abuelita tejedora de sueños e hilos de colores, a ese niño que se inicia en el colapso hermoso del encuentro diario de su iris con la luz de la vida y hasta los colores del sonido. A ese que un día se reencontrará como un artista plástico aficionado, autodidacta o no, o como un amante de las bellas artes en su totalidad o un “especialista en historia del arte con sus criterios y visiones” también estaremos preparados para afrontar los nuevos porvenires con aires de fresca interpretación y disfrute si se amerita.
El blog goyo-vigil.blogspot.com es ya desde su comienzo en mi humilde opinión, un libro con derroche de noble intención, presto a las anotaciones del lector esta vez a modo y gracia de la informática como “Comentarios” y que se brinda solo y a modo de regalo.les recomiendo y seguro estoy que hasta en la posible discrepancia encontraran los habidos… el placer del conocimiento.