31 de agosto de 2013

MAURICIO ALFONSO NAYA (1975) / SIN PERDÓN


  •  En una pintura como ésta del cubano NAYA caben muchas otras, las resonancias se extienden por una zona y por la otra, por un reverso y por el anverso. Especularemos de por donde han salido, cómo es que tienen esa belleza que proviene del mismo universo que el nuestro y tal vez acaben seduciéndonos con tanto misterio desconocido.    


  •  La plasmación cromática, tan sutilmente ejecutada y ajustada al espíritu de la obra, nos introduce en toda la dimensión de lo representado, calibrando los distintos elementos que han de asociarse a unos sucesos fantásticos a los que les pedimos un refugio y hasta un retorno.   


  •  También está presentes el nacimiento, la violencia, la pasión, la lucha titánica, el mito y hasta es posible que la reencarnación para los que estamos fuera y queremos estar dentro. Es una iconografía irrepetible e irreconocible, pero que tiene un aura aparentemente indestructible, una visión hipnótica y una sinrazón imprescindible.

 De la mar el precepto,
del precepto al concepto,
del concepto a la idea
-¡oh, la linda tarea!-,
de la idea a la mar.
¡Y otra vez a empezar!
(Antonio Machado)

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