Entendemos que se diga que la coherencia no es sino el medio de conseguir el anhelado fin de toda obra: una unidad de estilo que sea la marca de su significado.
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En la obra del americano BRADLEY hay una voluntad estilística que revela exploraciones y experimentaciones en el marco de una actividad que hace visible las ondas de lo invisible.
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Y también aborda ese deshielo líquido como el resultado de una búsqueda irrefrenable que muestra una palpitación plástica y evanescente.
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Quién me dirá ahora
esa palabra que es el enigma de mi vida?
Ajmátova.
En el caso de la obra de la peruana BARBOZA, además de la penetrante imtuición plástica, es su ligazón con su cultura ancestral la que cuenta y aporta su creatividad.

La urdimbre y trama de lo textil está construido como el mapa de una biografía física y biológica, y con el sentimiento y hondura que se manifiestan con la habilidad de una sabiduría hereditaria.

El cromatismo de esa naturaleza plasmada realza un pensamiento vivo y perenne, fecundo y significante de un canto estético a la armonía humana cuando ésta lo hace posible.

Hay una intemporalidad y universalidad del arte desplegadas.
Encontrarte con la obra del italiano LEPRI es situar la mirada bajo un cúmulo de extrañezas a las que les pides una interpretación y te das de frente con una magnitud insospechada.
Los valores pictóricos en sí mismos entrañan una figuración que se manifiesta sin proporcionar un aviso visible de su origen y del destino en que están sumidos.

Sólo hay que mirarlos en silencio y esperar que su desprecio nos proporciones claves con la que entender una realidad que hace saltar por los aires cualquier metafísica.

Hay un juego de voces y ecos que no me deja descansar después de pronunciar el epitafio.
Nosotras no sabemos, somos las mismas por todas partes.
Y sólo oímos el odioso chirrido de las llaves.
(Ajmátova)
Seguramente que el francés MERLIER quiso rodearse de una constelación humanoide que fuese más verdad que su supuesto contrario.

Para lo cual se desembarazó de toda piedad y se armó de unos valores estilísticos que diesen vida a unas criaturas que desnudas o vestidas estaban esperando el bautismo.

Si lo consiguió es porque su mismo escepticismo tenía impresa una realidad paralela en su mente y en sus manos, con la que deseaba sacar a la luz unos encuentros que mitigasen la angustia.

Esta mujer está enferma,
Esta mujer está sola.
Su marido está en la tumba, su hijo, en la cárcel.
Ajmátova.
Si has de venir, ¿por qué no ahora?
Te espero. Me siento muy mal.
He apagado la luz y te he abierto la puerta.
A ti, tan sencilla y asombrosa.
Ajmátova
Lo monumental exterior, su edificación, su gigantismo, adquieren otras dimensiones en manos del francés CLAYETTE, que pictóricamente los retrata a partir de una arquitectura fantástica.

Sus obras tienen algo de fantasía futurista y descalabro constructor, de ruinas perennes de siglos pasados, como si esos templos estuviesen consagrados al fracaso de una humanidad que empieza lo que no termina.

La plasticidad de formas y líneas en su densidad cromática constituyen un logro que invita a la mirada a que la historía y el éxtasis visivo estén labrados en el grosor de esos muros.

La voz ha de seguir viviendo, puesto que el silencio es la muerte y el olvido.