- ¿Qué papel juega el universo pictórico del español MACARRÓN en una civilización tan anodina y carente de expectativas? Su propuesta trata de un futuro, mejor dicho, viene de un futuro que seguramente no veremos. Que no nos podamos encarnar en esos personajes imposibles y su facundia jocunda no deja de ser una frustración.
- Nos asombra la facilidad espontánea del hallazgo, sus escenarios cotidianos, el mundo de relaciones que nos hace interrelacionar como espectadores, su riqueza expresiva y cromática, los distintos juegos de espacios y fondos, el entramado emocional y sintáctico.
- Cierto es que podemos caer en todas las trampas que nos ponga, en todas las perspectivas que manipule, en toda la plasticidad que urda, la cohesión de su propuesta no tiene desperdicio alguno, llega a insertarse en nuestra mirada como una leyenda inacabada que siempre hay que volver a teatralizar.
- No es poco construir un lenguaje tan específico y lleno de acepciones, de imágenes para sentir, redoblar y señalar; no es poco y es un más allá, del que ya regresaremos con otros indicios y dudas. ¿Podría ser así la ultratumba? No lo creo, no es posible semejante suerte. Desde luego, hay estéticas por descubrir y terrenos que acotar. Éste es uno y jamás se perderá entre tanta codicia y tanto humo.
- Las de ébano vienen corriendo por todo El Malecón. Las persigue un barbudo vestido con pieles, un gorro picudo y avanza pegando saltos apoyándose en una pértiga, que quiere besuquearlas. Felipe le pone la zancadilla, Humberto le atiza con el ron y yo lo saludo pues es nada menos que "El Guirria". Después del abrazo siguió buscando lo que no había, se le habían escapado.
- No sé si soy impermeable a la crítica, ni indiferente a la calidad y la imaginación, ni a depender de la habilidad de un asesor de imagen -¿existe tal espécimen?- que sepa convertirme en una atracción mediática. No utilizo fluidos, menstruaciones, vómitos ni secreciones. Lo monstruoso de mis imágenes ni es repelente ni morboso. ¿Alguien da más?
- Y es que decubrí quién soy: un yo mago, alquimista, verdugo, profeta, "pitoniso", vidente, un Merlín, en definitiva, que aboga por una representación antinarcisista, provocadora, cruel, pero que no escapa a una belleza un tanto maléfica, un tanto virtuosa, y fiel a su propio código.
- ¿Quienes son, nos preguntamos? ¿O qué es lo pictórico que se materializa en una realidad exaltada, que configura una estética conciliadora de lo mitológico y lo misterioso, lo soñado y lo cerebral? El mejicano CORONEL hace mutis por el foro. Gao Xingjian, el Premio Nobel, señala que la pintura permite realizar un viaje interior; todos los lugares que la imaginación está en disposición de explorar pueden ser expresados por la pintura, y esta expresión es ilimitada, pese a que es necesario volver una y otra vez a los procedimientos plásticos.
- Me enfado con Humberto y con Felipe, empeñados en invitar a ron al Basilisco, con esa figura de culebra venenosa capaz de matar con la mirada. Claro que cuando les explico que nace de un huevo que ponen los gallos a los siete años y que es incubado entre estiércol por un sapo, salen por pies y me dejan solo con él en este Malecón que sólo me trae tribulaciones.
- No se deberían bañar tanto los pinceles. Ni dejar que sus cerdas acariaciasen la floresta hasta filtrarse en ella. Ni tampoco ubicarse en una tierra tan fértil y cargada de órganos ocultos y escondidos. Sería un error doctrinal confeso.
- ¿Por qué, entonces, ese entramado brillante, vivo, que exalta una naturaleza virgen, empeñada en crear sus formas, sus contexturas, sus existencias conforme a una desalienación completa, sin ataduras ni pesadas formulaciones sobre el debe y el haber?
- Si hemos de sofocar este incendio hagásmolo más hondo y crudo, pero ya sin fe, no tengamos miedo a lo que nos engulle, nos metamorfosea. El cubano FRANCO, de tanto volcarse en esos espacio y errores confesos, ya forma parte de ellos y nos invita a hacerlo a nosotros también.
- Es una sabiduría pictórica que aglutina, que toma prestado el pasado, el acervo, la raíz vernácula, en aras de ofrecer una isla repleta de fuentes líricas, de vegetaciones insospechadas, de organismos emboscados, de un sistema que engloba toda una geografía del ser y su retorno.
- Son las intuiciones de lo plástico que abren continentes, sentimientos, pensamientos y pasiones que se cobijan bajo la estructura, bajo códigos que momifican la enjundia fermentada en esos colores que traen el centelleo de lo vital desde la espesura.
- En esta isla tan fiel a sí misma no hay rincón donde esconderse. Las realidades plásticas asoman por doquier, y como soy artista las conjuro bajo la era de ángeles y demonios. No quiero que el contexto histórico y cutural las difumine, pero si hago una abstracción de ellas que sea con ritmo de son.
- Chabaquenerías aparte, el cubano BENÍTEZ entremezcla acción bufa y hallazgos autóctonos, lo que es expresión de una identidad digna de reconocimiento si nos atenemos a los teóricos posmodernos, Foucault entre ellos, que no dan por válido ningún criterio con el cual juzgar lo que es valioso y lo que no lo es.
- Partiendo de esa base podemos embarcarnos en el féretro naútico y navegar como momias liadas hasta tocar el fondo que nos ilumine y nos convierta en la síntesis amarga de lo postrero: amaneceremos en un concha como una calavera de nácar flotando en una nube que hará nevar sobre La Habana. Y que a nadie se le ocurra cantar aleluyas.
- Cuba por antonomasia es un puro predicamento plástico. Y sus artistas auténticos cofres de fulgurantes universos entre la luz y el mito, entre las raíces autóctonas y el febril impulso exterior, dilatando revelaciones y descubrimientos que pasan a ser improntas culturales de todo un continente.
- Por ello el cubano FINALÉ conforma su pintura como si estuviésemos en un paraninfo políglota y telúrico, en el que la hibridación con lo clásico hubiese adquirido la textura de una visión que se enreda en su misma génesis, que es ella en su naturaleza la que maridase la voluntad creadora, su código de entendimiento, con el tiempo de vida pasado y presente.
- Si el significado de la representación juega con lo solemne, el espacio de lo significante cobra la dimensión rotunda que envuelve personajes, signos y símbolos. Es una visita en que el color ayuda a que estemos con la reflexión en reposo, sacrifiquemos momentos a la contemplación y nos quedemos confrontado sin acritud las viejas contraseñas y los nuevos hábitos. De ser una superficie pintada que lo sea desde esas claves, las que cruzan toda América Latina bajo un santo y seña.
- ¿Qué es lo que me sume en el desamparo? Que me roben las imágenes, las miles de imágenes que voy acumulando, una veces con orden y otras en pleno desconcierto. Y es que en pleno siglo XXI somos más imágenes que nunca, unas para contemplarlas toda la vida y otras para verlas de refilón y con la piel a cuestas.
- Lo de este artista barcelonés, Rueda, es una celebración que no tiene nada de mística, pero sí de improbable, festiva y jaranera, de sermón procaz, mordaz y bullanguero. Las factura está probada, las claves son para echar raíces en cualquier parte de la historia, mientras que la ironía pesa como un cúmulo de desdichas vociferantes.
- El pintar, tal como él lo entiende y lo practica, es una confesión de victoria para que no se note la derrota. El fabular es para confiarnos que un quehacer tomado desde donde empieza no tiene término en ese retrato del mundo que penetra con un oficio tan depurado.
- Nos pide que la imaginación esté abierta captando la esencia de los contenidos, la estructura de sus significantes, las concordias con las discordias, los aullidos con los susurros. Esta hibridación de maneras requiere lecturas que no se adentren en discursos que no son, ni en relatos que no hay. Simplemente la obra es fruto de un cuento que no ha acabado.
- "Diabrecos" viene hasta donde estamos Humberto, Felipe y yo en El Malecón arrastrándose como una babosa. Es un maldito diablo chismoso que lo único que le interesa es oírnos y espiarnos. Tuvimos que callar y mearle encima para que pensara que era ron.
- La globalización nos aplasta, la crisis nos hunde, la corrupción nos devora, pero la posmodernidad, nueva modernidad o lo que sea sigue bailando en la calle o en donde le dejen. Y, por cierto, que le dejan, mucho pero que mucho sitio.
- El estadounidense DURHAM nos revela que si somos crédulos tenemos que seguir sus fechorías. Nos descubre no sólo lo que es una corriente aposentada en la actualidad sino una ironía o hasta una parodia de cómo concebir una obra de arte tocando narices o sacando ojos de sus órbitas.
- Utilizar la sorpresa, todo tipo de materiales, objetos, vehículos, escorias es válido si se es capaz de que los montajes suenen, molesten, configuren, adoctrinen, recen, nos escupan y nos pidan perdón. Mientras hagan todo eso y más, la sensación está pactada, los disturbios controlados y las celebraciones obligadas.
- Es una paradoja que el arte se vea tan feo y ridículo, tan monstruoso, tan proclive a las presunciones mortuorias, catastrofistas, melodramáticas, nauseabundas, sin que ya nos escandalicemos. ¿Es que eso es lo que hay y lo que vemos? Quizás ese retrato sea el que nos conceda esta civilización traumitazada por sus apestosos desencantos. O quizás que el imaginario que nos define no tenga límites y que antes de concluir con el cierre, abramos con el espanto cariñoso, visible, artístico.
- Están todos en El Malecón. "El Rampayu", "El Rapeo", "Marruecu", "Patena", "El Burru Sangrau", "El Guaraguara", "La Berrona", "La Carpia", "La Mano Pelusa", "La Pata Roxa", "Uxara", "Xácome", "Xegome". ¿De dónde vamos a sacar tanto ron Humberto, Felipe y yo para tantos dioses de vía estrecha?