9 de junio de 2012

JUDY PFAFF (1946) / TRASTOCAR ANTES QUE HUIR

  •  Antes de entrar en el comentario sobre la inglesa PFAFF, quiero recordar lo que escribió K.Teige acerca de este mundo artístico:
  • "En el mercado del arte es la fama de un determinado artista lo que fija los precios, y esta fama no debe corresponder necesariamente a las calidades estéticas de su obra, sino que debe ser, por el contrario, creada artificialmente por medio de una sutil propaganda, al extremo de que, hoy por hoy, es casi reglamentario que el nivel de precios y la popularidad de un artista actual estén en proporción inversa al valor de su obra".    
 Polémica declaración que viene y no viene a cuento cuando de traer a colación una obra se trata, en este caso la de una artista que necesita crear un cosmos, poblarlo, adornarlo, ensamblarlo, levantarlo y habitarlo. Aunque no nos reconozcamos en él sí podemos identificarlo y convertirlo en una ficción próxima, de muchos laberintos visuales, de engranajes de una metáfora botánica que sustituye y recrea.    
  •  Esas construcciones de dimensiones volátiles son frondosas y enriquecen el acervo de nuestra visión, hacen surgir la polícroma multiplicidad de rayos, corrientes de luz, haces conductores y contrastan las fibras visionarias, tecnológicas, con la fragilidad de unos hábitos y repeticiones del mirar y comprender. 
  •  Se ensamblan geometrías con materiales en una fusión a la que se le ha buscado una misión de configurar espacios casi ingrávidos, que sitúen al espectador entre la observación del hecho y la contemplación de lo que significa, que le haga encajar orígenes, estructuras y resultados, impactos y trasvases entre imaginación y concepción.    
  •  Es como una danza estática en que lo plástico tiene que prevalecer como idea y valor supremos, como hipérbole del yo creador, el que se expresa bajo esa condición liberadora y que sabe que así postula otra formulación sobre nuestra capacidad de subsistir a través de estas plasmaciones que abogan por otra forma de vivir.
  • Tardes que fueron nicho de tu imagen,
  • músicas en que siempre me aguardabas,
  • palabras de aquel tiempo,
  • yo tendré que quebrarlas con mis manos.
(Jorgé Luis Borges).

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