Hay una caligrafía tenebrosa que va dibujando contornos en medio de manchas oscuras, turbias, que se agitan en un goteo lacrimoso empapado de sangre fría y espesa. La pesadilla toma forma es un espacio lechoso y sucio, en un sueño del que ansiamos despertarnos o huir.
El artista norteamericano Tra Bouscaren no plantea en esta obra dejar que la masa pictórica borre el trasfondo, lo que persigue y realiza es que la alucinación salga de esa niebla, pueble nuestra mirada del horror y descubra ella misma que su impacto proviene de un sentido plástico convertido en un fenómeno de nuestra angustia.
Podemos etiquetarla como un expresionismo abstracto en busca de referencias, ya sean subconscientes o no, pero sería lo mismo, la pintura es un acontecer y éste nos parece una visión perversa surgida de una realidad no desaparecida todavía.
Hoy han caído las primeras lluvias, que han desbordado canales y conciencias. En El Malecón hay un rosario de habitantes varados esperando un maná aunque sólo sea en un aguacero de incienso y mirra. Y una isla inacabada en la que el tiempo del futuro ya es historia y no hay donde buscar otra.
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