Si nos emboscamos en los paisajes del británico REYNOLDS puede suceder que nunca podamos salir, pues nos absorberán en su negrura y crueldad.

Es una concepción rigurosa planeada como una visión árida y genuina que asalta en el momento más inquisitivo y merodearor, cuando la inspiración se topa con la realidad cruda de la imagen.

La organización de la obra y el equilibrio cromático son reveladores de una fantasía plástica que nace mirando sin esperanza un horizonte único e inconfundible.
