- Es casi imposible que el espacio de nuestro alrededor nos lleve a dimensiones insospechadas, pero eso es lo que ocurre en el Museo Esteban Vicente de Segovia actualmente y hasta el 29 de mayo. Es entonces cuando comprobamos que la genuina función del arte es articular colores, texturas y formas de percepción del mundo y la representación imaginativa de las posibles reacciones frente a él.
- Yo creo que el segoviano ALBERTO se vacía en una creación del sentido de la expresión que cubre las cualidades y los valores de toda posible experiencia estética. En sus cuadros e instalaciones perdura más allá de toda visión alcanzable un espíritu cromático y matérico por medio del cual el artista infunde significado y poder. Es decir, descubre y detona una potencialidad visionaria no desarrollada antes.
- Cada pieza es un abismo o una constelación, un ecosistema o una mutación cósmica, un hechizo o un encantamiento. Poco falta para que la materia se desparrame y texturice toda la magnitud del entorno. Así es como Wangechi Mutu, ante este repertorio, hubiese exclamado que el arte permite insuflarle magia a la verdad, para que la verdad pueda infiltrarse en las psiquis de todas las personas.
Ahora ya es tarde. Quisimos
tocar con las pobres manos
el prodigio.
(José Hierro)