28 de noviembre de 2008

FRANZ KLINE / ¿QUÉ ES?


Decía Schopenhauer que hay una "x" desconocida que se esconde por detrás de todo y que constituye nuestro propio ser.


En los grandes formatos en blanco y negro del estadounidense Franz Kline hay múltiples "x" para especular con ellas, pero el ser se confiere a sí mismo la naturaleza de monstruo, de insecto gigante que devora impurezas, gestos, designios, incluso destinos.


Fuerzas que entrechocan en lo oscuro fertilizan lo blanco para cargarse de energía y de fuerza, necesitan un espacio neutro para que las tinieblas que se agarran en la superficie controlen el caos y la rabia que se derraman cuando la luz se apaga.


Blanco y negro, el emblema siempre de un presente que no necesita ni futuro ni pasado. Presente que es presagio de tumba del ser, desde la que nace cada día otra forma viva que festejar al alba antes de ser engullida por la oscuridad devota.


Mi amigo Humberto y yo vamos hoy de visitas, son compromisos ineludibles que jalonan nuestro sino de vagabundos de un tiempo al que queremos darle estilo. Primero fueron los Hermanos de Serapion, después la Sociedad de los Abejorros, luego la liga de los Filartas, los cuales pretendían despertar el alma de su sueño, y por último, la Asociación de Disputas para el Tratamiento de Cuestiones Pendientes. Quedamos agotados y sin una gota de ron. La mala ventura nos sigue persiguiendo. Vamos a esperar en la penumbra a que pase de largo.

25 de noviembre de 2008

FRIDA KAHLO


Frida Kahlo, la desaparecida artista mejicana, tomaba de cada uno de sus autorretratos un instante de sosiego, un fragmento del tiempo que ya no tenía para calmar la agonía que la consumía.




La angustia de la espera queda reflejada en ese mundo estético que abarca de forma turbulenta historia y vida, arte y pueblo, sufrimiento y creencias.




Con una visión portentosa y mágica, transporta la dimensión plástica a líneas de expresión vírgenes, no holladas todavía, en que la vigorosa contextura pictórica afluye en toda su intensidad y no transige con el rechazo o la huida de nuestra mirada.




No podemos ignorar que es la portadora de un universo donde lo onírico,lo vital y lo real hablan, entre lamentos, de objetos evocadores, símbolos, paisajes, animales vivos y muertos, y que lo pintado tiene la cualidad de un designio que se contempla en el enigma que asoma en los ojos de la artista.




Mi amigo Humberto recorre incansable todo Miramar, llega al malecón y al primero que encuentra le pregunta la razón de que nadie le dé respuestas a sus preguntas. El mulato interpelado, ojeroso y zumbón, le contesta que no es tiempo de dudas sino de ir en caravana de leprosos con los pies descalzos.

23 de noviembre de 2008

DANIEL CLAVER HERRERA


Otro año más la Feria de Arte Independiente de Madrid y una vez más el artista y taumaturgo valenciano Daniel Claver Herrera, ofreciéndonos el soplo visible de la materia que se mantiene oculto para que su sombra no sea pisada.


Daniel es un pintor de percepciones internas que encuentra sedimentadas en tesoros de experiencias escondidas en el núcleo mineral de lo que yace en la tierra, y él lo reaviva, lo somete a un proceso de regeneración hasta obtener el fulgor plástico de su ser.


Al contrario de lo que piensa C.G. Jung, logra penetrar en los objetos que están fuera de él porque posee una puerta secreta que le permite acceder a ese sueño cósmico sobre el que se levanta su obra.


Él tiene dos rostros, uno dirigiéndose hacia adentro y el otro hacia afuera y como el Werther de Goethe, piensa: "me vuelco hacia mismo y encuentro un mundo". Y tampoco desdeña a Novalis, el ingeniero de minas, cuando dice que "lo exterior es un mundo interior permutado en estado enigmático".


Polvo de mármol, látex, tierras naturales, acrílicos, polvo de cáscara de almendra, betún, barniz, polvo de madera blanca, negro mate, humo de imprenta y plancha de hierro, éstos son los ingredientes de lo telúrico que deja encerrados y grabados en un frente de signos que son los continentes de un delirio terrestre que no promete divisar un fin.


La muestra de Daniel Claver, haya tenido suerte o no, haya o no mantenido al azar demasiado cerca, quedará en la memoria de lo contemplado por encima de lo visto fugazmente.


20 de noviembre de 2008

JUAN BARJOLA


Juan Barjola, artista extremeño, ha rastreado y batido desde su infancia sus tierras en busca de una verdad que las hiciese visibles.


Y es lo que ha hecho a lo largo de su vida, no a través de los predecibles signos de la sublimación sino mediante una insumisión consciente y deliberada a lo arquetípico. Lo ha llevado a cabo merced a la incrustación en el lienzo de la crudeza e inclemencia de unos unos suelos que gracias a la superposición escalonada de vertientes tonales inflama el espíritu primigenio.


Postula con ello un mismo destino y una misma suerte a tierras y hombres, ligados a trabajos ingentes, aridez y sequía. Un testamento en el que lo plástico recobra toda su energía para verificar que la metafísica de la materia custodia parte de una sustancia intangible.


Mi amigo Humberto me dice que se alimenta de fluidos salinos que se desbordan del malecón. Yo le advierto que esos nutrientes tienen tanta sangre que ahogan la vida y no dan derecho a ventanas con cielo. Estando de acuerdo, nos hemos puesto a ayunar para tratar de poner rumbo al limbo, ya que allí esperamos encontrar algo de ron por lo menos.

19 de noviembre de 2008

PÁVEL FILONOV / FORTALEZAS


Pável Filonov, artista gráfico ruso que fundó una escuela de pintura analítica en Leningrado, ha aprendido que en las distintas fortalezas o baluartes en que los hombres están encerrados, cada uno de ellos es el esclavo de una duda que se repite por patios, recintos, escaleras, muros y hasta techos.


En esta obra el silogismo surge de la tensión, de la fuerza, del movimiento y de la luz, que son los cómplices de ese pensamiento que se desvela. Cada nivel estructura un suceso plástico que se encadena al conjunto pero que guarda celosamente su autonomía de significados, de modo que el espectador pueda ordenar, con metódicas visiones, este aparente caos.


Al contemplarlo detenidamente también comprobamos que la duda es un grito de liberación y de emancipación que el pintor despliega para que sus múltiples autorretratos resquebrajen, aunque inútilmente, ese torreón y de esa forma poder escapar. Una premeditada alegoría de su tiempo y contexto histórico.


Un frío aliento de espíritus barre el malecón y nuestros soplos invisibles anidan en una escollera que constantemente recibe los nombres de las almas de los hombre que perecieron en aguas que maldicen lo que un día han bendecido.

18 de noviembre de 2008

HANS HARTUNG / ATISBO


Este estudio de Hans Hartung, pintor alemán que formó parte de la escuela de París, permite encontrarnos con un animal virtual que se debate en una agitación corporal nacida de su propia fuerza.


El pintor halló en el espectro los símbolos del movimiento que da lugar a que lo finito, cuando toma conciencia de la antinomia, se desenvuelve con la arrogancia de lo que se impone visualmente.


De todo ello se llega a una realidad intrínseca en la que la plasticidad adquiere el ser de sí mismo para sí mismo, igual que la alquimia cuando intenta dar forma al viento.


Y si la mirada, cuando se pose en él, siente el deseo de viajar por ese imaginario, hará que un súbito atisbo penetre en su memoria para siempre.


Una neurosis de angustia ha atacado a los habitantes del malecón bajo el crepúsculo. Unos están irritados, otros en estado de espera, aquellos con fobias o miedos, y los de más allá atrapados por vértigos, sudores, temblores, disneas y taquicardias. Un dios malsano, dicen, los ha condenado por no aclamarle con el fervor de los canonizados. Mi amigo Humberto y yo huimos de una epidemia que nos agarraría sin el ídolo protector adecuado, el que se pinta para no ir a la utopía del cielo.

17 de noviembre de 2008

LA ESCUELA DE ATENAS


Este fresco de Rafael deslumbra por su modernidad, porque compendia un sentido constructivo, arquitectónico, con una sensualidad cromática vigorosa y sutil a la vez, con una capacidad escenográfica insuperable para reunir toda la sabiduría de Occidente en un mismo espacio. Hoy sería una auténtica foto de familia, quizás sin esa magia para revivir el pasado en el presente.


Cincuenta y dos figuras rodean a Platón y Aristóteles. A la izquierda se observa a Pitágoras escribiendo y a Aristóxano de Tarento mostrando la tabla de su nuevo sistema de armonía. Al lado suyo Averroes, Heráclito y más apartado Demócrito de Abdera con la cabeza coronada de pámpanos.


Detrás de Pitágoras están los socráticos, Alcibiades, Esquino, Jenofonte y Aristipo escuchando a Sócrates. Y más allá los sofistas, Diágoras, Gorgias y Cristias.


Al lado de Platón están Espensipo, Menedemo, Jenócrates de Calcedonia, Fedro y Agatón. Y a la vera de Aristóteles, Teofastro, Eudemio, Dicearco, Aristógeno y más lejanos Zenón, Cleanto y Crisipo en representación de los estoicos. Tendido en las gradas se encuentra Diógenes, al que señala Epicuro ante Aristipo. Junto a Minerva y apoyados se hallan Pirro el escéptico, Argesilao con sus dudas e Hipias.


Debajo se encuentran Euclides, Tolomeo y Zoroastro sosteniendo una esfera. Y en un extremo el propio Rafael y el Sodoma.


Equilibrio, visión, ideario, virtuosismo, perspectiva, acervo, historia, filosofía, todo un resumen del pensamiento y la estética de su tiempo y del pasado, con una ventana puesta en el futuro.


Mi amigo Humberto anda en pos de la posteridad pero no da con élla, se le escapa entre la pasta y el pincel, o se le evapora en el barniz. Yo le digo que no la encontrará si no está lo suficientemente desesperado. Para eso todavía queda mucha penumbra, me contesta.


11 de noviembre de 2008

ALBERTO BURRI / HERIDAS


Cuando me encuentro casualmente con esta obra del artista italiano Alberto Burri, reflexiono, por una parte, en como nuevos elementos materiales abren otros ámbitos a la pintura, y por otra, en como esos mismos componentes constituyen realidades autónomas pero siempre ligadas a una conciencia estética basada en el conocimiento y el vivir del tiempo presente.


Burri ahonda en las heridas, en las rupturas, en los tejidos pobres que se remiendan, en metáforas que se esconden para poder sobrevivir. Araña la materia, ya sea plástico, arpillera, hierro, para que la expresión de una existencia que no acaba de ajustarse, que siempre está en quiebra y en trance de volver a construir sobre las ruinas, forme parte de nuestro mundo.


Y también aparecen los deterioros que causa el tiempo transcurrido, el que señala las circunstancias de cada ultraje o los accidentes que acarrean llagas que no tienen caducidad.


Vuelve el agobio a la isla. Todavía no ha dejado de zurcir para tener que recoser de nuevo. No deja de ser una maldición que acierta siempre en sacrificar a las misma víctimas; son tan fáciles de descubrir, tan asequibles, que no puede evitarlo, siempre están disponibles para su disfrute. Y sin embargo el malecón, deprimido por tanto despojo que se arrastra hasta él, grita para anunciar que hay un pueblo que no renuncia a vivir.




6 de noviembre de 2008

EDWARD HOPPER / LA CASA DEL DESIERTO


Es como si esta casa, de arquitectura colonial fuera de época, hubiese quedado olvidada en un paraje desierto donde no se ve a ningún ser humano, mejor dicho, ella es el ser humano que, aunque derrotado, deteriorado y marchito, no se deja vencer. Las vías del tren que se dejan asomar tímidamente son la prueba de que allí no se detiene ninguno, de que nadie rompe esa soledad impuesta por el infortunio.


Edward Hopper, gran artista americano, inclasificable, con ese sensibilidad para precisar la luz y sus sombras, el crepúsculo, la noche y su claridad, es un creador sosegado que vuelca en la pintura la autobiografía de una soledad y de un silencio donde no debía de haberlos.


Y por eso la casa queda ahí sola y callada, erguida a pesar de todo y resguardando su historia, envuelta en el halo de lo que transcurre ilimitadamente aunque su fin es seguir ahí, como un autorretrato que nunca ha de interpretarse pues ya lo dice todo. Hasta en su decrepitud es soberbia.


Días de abatimiento en que mi amigo Humberto y yo no encontramos en el malecón el mensaje seguro de salvación que nos corresponde. Hay tantos y todos son tan distintos que podemos equivocarnos. Nos cansamos de tanto bullicio y fragor y nos fuimos. Al fin y al cabo, la única salvación que conocemos es la penumbra.


5 de noviembre de 2008

ANTONIO SUÁREZ


Muchos años atrás, cuando vimos por primera vez la pintura del artista asturiano Antonio Suárez, miembro fundador del "EL Paso", nos quedamos un tanto atónitos por la densidad atmosférica que inundaba las superficies de sus cuadros, las texturas espléndidas que festejaban delicadamente y con dimensión callada el azar que les ha permitido salir, emerger, mostrarse, como huellas de una realidad viviente.


Antonio es un pintor que quiere que las cualidades y virtuosismos de la materia, del pigmento, del óleo, sean previas a la visión, que incluso sean ellos los protagonistas de fecundar la simiente, de engendrar la obra con esa sabia devoción en que la trama aparece como un coral en perpetuo renacimiento hasta llegar a una ortogénesis múltiple.


Si hay tantos gallos sueltos por el malecón es que andan muy cerca los abakúas. Uno de los sacerdotes, después de arrancarle al pollo unas cuantas plumas del cuello y de debajo de las alas, las coloca en forma de círculo sobre el parche del tambor. Y me invita a poner mi lengua en el centro del circulo. Aterrado, lo hago. Ya nunca podrás decir mentiras, me dice. ¡Y entonces cómo voy a poder sobrevivir sin engañarme! Mi amigo Humberto y yo tomamos camino de la penumbra con la esperanza de que bajo ésta y con unos buenos tragos de ron no fuese exigible esa condena.

3 de noviembre de 2008

JUAN GRIS


Postrado en mi sillón, bajo de ánimo por desafecciones tan ciertas como imaginadas pues nunca sabes lo que hay de verdad en esos monólogos infernales que te asaltan, leo la biografía de D.H. Kahnweiler, el gran marchante de París, escrita por Pierre Assouline.


En sus páginas se evocan los últimos momentos de la vida del artista español Juan Gris, al que estaba muy unido y al que consideraba el hombre más puro, y el amigo más fiel y tierno que ha conocido. Sin duda, el más noble de lo artistas.


Y es que Gris, el que nunca llegó a ser reconocido en su época, insoportable para Picasso (aunque después no se despegó de su lecho de muerte), le dio al cubismo el aura de luminosidad que le faltaba, la que hacía que su pintura tuviese una realidad leve, etérea, un hálito fresco, al mismo tiempo que revelaba tanto su lado intangible como su fisonomía corpórea, paradoja que pone en evidencia el secreto de un sentido del orden que establece jerarquías visuales en la superficie, prodigio de su propia simbiosis.


Nunca dejó de ser el pintor del que se habla para convertirse en el pintor cuya pintura se compra.


Mi amigo Humberto me dice en uno de sus mensajes que la isla se está desplazando muy lentamente porque por debajo de ella son muchos los que la empujan hacia tierras más fértiles y paradisiacas. Y puede ser cierto, tan cierto como que el agobio es un verdugo de destinos que apenas creen que lo son.

31 de octubre de 2008

HOWARD HODGKIN / ALMA DE UN HOMBRE


Si según la creencia mágica partiésemos de la idea de que en el retrato se hallase el alma de un hombre, el poseerlo significa el tenerlo a tu merced. Cuando le infliges un daño a la persona, también se lo estás causando a su imagen.


En este retrato del pintor británico, Howard Hodgkin, es como si los sufrimientos, el dolor, y la angustia ante ellos, hubiesen borrado el semblante dejando únicamente unos mínimos ojos como huella y testimonio de ese padecimiento, de una tortura que ha humedecido el rostro de sangre.


En él no queda desvirtuado todavía ese trasfondo religioso de la identidad entre retrato y retratado, ese abismo que se hace más profundo a partir de los comienzos del arte,cuando nos comenta Plinio, se trazaron líneas en derredor de la sombra de las personas. O como en las leyendas tibetanas y mongólicas, que se concibe la sombra como un retrato en potencia que sólo espera que alguien lo plasme.


Mi amigo Humberto está desolado por lo que ocurrió con uno de sus cuadros. Era un encargo de un cliente que le pidió un paisaje tropical con un loro. Cuando fue a recogerlo, se quejó de la ausencia del loro en la tela, lo que mi amigo explicó diciéndole que éste había volado porque, sin darse cuenta, había dejado abierta la ventana. Y al final no hubo forma de que se lo pagara. ¡Qué caros cuestan esos errores!

30 de octubre de 2008

MI AMIGO HUMBERTO EN LA ENCRUCIJADA


Al traspasar el umbral del taller de mi amigo Humberto, me encontré un gallo con sus patas empapadas en naranja encima de un lienzo. Me aseguró que lo había hecho Hakusai en Japón. Después imitó a Protógenes arrojando una esponja impregnada en rojo sobre la tela. El efecto obtenido era ininteligible y confuso, hasta el punto de que el ave galliforme no se reprimió en mear encima para imprimirle más nitidez.


Inconsolables y meditabundos, nos fuimos a dar un paseo y al llegar ante una pared mugrienta se puso a mear, diciéndome que Piero di Cosimo al fijar la vista en un muro lleno de vómitos, imaginaba batallas entre jinetes, extrañas ciudades y los paisajes más extensos nunca vistos. Y el pintor chino del siglo XI Sung-ti aconsejó a Ch'en Yung-chih que pintase un paisaje de acuerdo con las ideas sugeridas por un muro derruido, porque entonces el pincel seguirá el juego de la imaginación y el resultado será divino y no humano.


Pero los meandros dejados por el orín no resolvieron nada. Sería, supusimos, por su nula consistencia o demasiado aguados por la carencia de ron.


En esas aparece un agente de la autoridad y nos lleva, temiéndonos lo peor, ante el juez por considerarnos autores de un delito contra el patrimonio inmobiliario, pero el magistrado, ante nuestro asombro, se remitió a una célebre sentencia del rey inglés cuando Hans Holbein fue acusado: "Sabed, Señor, que, si quisiera, podría convertir a siete campesinos en siete condes pero nunca siete condes en un Hans Holbein".


Y fue así como quedamos libres y con más empeño que nunca en trazar la silueta de las sombras en ese escaso amanecer en el malecón.


EL ARTISTA


La antigüedad clásica no atribuía un talento especial o singular a pintores o escultores. Según Schweitzer, "la posición social del artista en la ciudad-estado griega era aún muy limitada, caracterizada por la falta de independencia, la mitad de los derechos ante la ley y una estimación de su rango extraordinariamente baja".


Los motivos estribaban en la condición manual de su labor y en la concepción platónica del arte como mimesis, o imitación de la naturaleza, un reflejo lejano del verdadero ser, que el arte intenta copiar como una segunda mano. Platón los consideró artesanos porque les faltaba por completo la inspiración divina con que contaba el poeta.


Es Plotino, ya después del siglo IV a.d.Cristo, el que ante una imagen de Zeus explicó que lo que tenía Fidias en su interior no era la representación del dios sino su propia esencia.


Tal afirmación facilitó el camino a una revisión del concepto de artista, llegando a equipararle a los poetas y pasando, igual que éstos, a ser protagonistas de sus propias biografías.


Finalmente, hemos de señalar que esta imagen del artista no se perdió del todo en la Edad Media y reapareció triunfante con el Renacimiento.

29 de octubre de 2008

CARLOS CASARIEGO / SEGUIR DONDE LO HE DEJADO

Entre estas dos obras del artista asturiano Carlos Casariego media un tiempo de cuarenta años. Y sin embargo, las nociones subyacentes son similares que no idénticas.

En la primera muestra anida un concepto plástico por el cual la imagen, la representación, no vale por sí misma, porque no es completa, porque le faltan los rasgos vibrantes que él introduce, de tal forma que esa esquematización a partir de una gama cromática simbólica pueda transformarla hasta llegar a ser como la que propone, como en realidad debería ser bajo otros patrones más estéticos. El objeto pasa a ser trasfondo y el emblema (rojo, blanco y negro) el objeto, y la construcción una alegoría del poder.



Pero ya han pasado cuarenta años y la rabia contenida se postula ya sin referencias externas, sólo la emoción virulenta expresada a través de la fuerza del pigmento. El cuadrado negro intenta contener esa marea roja en un mar contaminado de azul mas es imposible. El pintor descubre que su evolución pictórica se llena de los mismo signos pero con otras texturas, otros significantes, que condensan casi una vida en formas que se desdicen para adquirir más significado.

Esta noche los murmullos del malecón están cohibidos. Han ahorcado a un esqueleto en una de las puntas. Mi amigo Humberto me dice que habrá más, que alguien sin culpa los sacará de sus tumbas para que ahí colgados no pasen hambre. Y nos fuimos, pues no nos atrevemos ni con el hambre ni con la justicia, sólo con la penumbra por cicatearnos el cobijo.

28 de octubre de 2008

ISABEL COSIN / NATURALEZA LIBRE


Para Isabel Cosin, artista valenciana, la naturaleza no debe pintarse como lo que es sino como lo que parece. Y esta obra es todo un ejemplo de ello.


La conciencia teórica y estética está presentes en la plasmación de unas formas que a través del color dilucidan el perfil y la fisonomía de un paisaje que se inventa a sí mismo dentro de una superficie acuífera transparente.


Y este paisaje divaga por medio de la armonía de leves acordes, de acústicas en que se refleja una plástica lírica, de poemas arbóreos en busca de significados latentes en la nomenclatura cromática.


La mirada nada a través de esta sinfonía cuyo propósito se percibe a través de una danza que sea el origen voluptuoso de otras.


Entre el sol y la sombra mi amigo Humberto pinta incansable. No sigue ningún rumbo pero cuando se acerca al abismo retrocede. Y yo le digo que es necesario cruzarlo, de lo contrario el malecón ya no serviría para solventar las dudas, para acallar la rabia de los tiempos y el furor de los impíos.

PAULA FIGOLI / DESGARRÓN


Un velo queda rasgado por la tensión de fuerzas centrífugas (quizás son las propias manos del que usurpa un espacio ajeno), aunque la ligazón persiste a través de una atadura que quiere volver a reunir ambas partes, a restaurar lo desgarrado para que el enigma, lo que está oculto, siga estándolo.


Paula Figoli, joven e inquieta artista argentina, juega con la plasticidad de lo que se descorre para enseñarnos a ver más allá. Y en este caso, la cicatriz negra, quemada, con su costra mordida, queda al aire para mostrar un misterio que no ya no pretende serlo aunque siga sin ser desentrañado.


El himen se ha desflorado, la vertiente genuina del símbolo adquiere toda su dimensión y grandeza, y la catarsis es una piel machacada cuya sangre seca petrifica una geografía en la que la carne perpetra la traición involuntaria a la materia de la que está hecha.


Obra que concita visiones encontradas, mirada agudas ante un lenguaje de expresión dolida y en presencia de un elocuente sentido del sufrimiento en lo táctil y epidérmico.


Las fronteras del malecón no entienden de vida. Impiden la entrada cuando la exaltación es auténtica y no fugaz. Hoy, junto a la penumbra y debajo de ella, arribamos a sus límites y los traspasamos gracias a que no pudieron descubrirnos. Celebramos la gesta mi amigo Humberto y yo con una botella de ron salvada del naufragio. Y apoyados en el muro contemplamos en silencio los fantasmas de la desolación.

27 de octubre de 2008

FRANCIS BACON


Tomándome la libertad de remitirme a una frase dicha por Schopenhauer sobre la raíz de la filosofía, que le dirigió a un interlocutor al final de su vida, diría que un "arte entre cuyas obras no se escuche las lágrimas, el aullido y el rechinar de dientes, así como el espantoso estruendo del crimen universal de todos contra todos, no es arte".


Francis Bacon así lo entendió y así lo llevó al límite. Todo lo que hay que decir sobre él y su obra ya lo ha pronunciado él con harto dolor. A nosotros nos toca contemplarlo y hacernos eco de ello. Si el Bosco nos deslumbró con lo incógnito, Bacon nos asombró con la capacidad de crueldad, furia, ensañamiento y destrucción que guardamos en nuestro interior. No hay mejor testimonio que el suyo.

MARCOS LORENZO / LA ANGUSTIA


Cuando se enfrenta el artista a la superficie sin rostro, le acomete una sensación inicial de impotencia, de duda, de indecisión. Marcos Lorenzo, pintor español, adivina que lo genuino en su sentido pictórico es agarrar la esencia de lo español -ese negro que se remonta a Zurbarán- y a partir de ahí ir consolidando un trabajo en que la mancha escribe por sí misma una historia plástica. Él tiene la suficiente seguridad e incontables recursos para encararlo.


No cabe duda de que es un continuador que arriba al informalismo como una vía de síntesis pero también de sinopsis, y de transgresión concebida desde dentro para que lo que salga afuera tenga la impronta de una sustancia interminable por su deseo de ser, de existir. Si en un momento determinado se experimenta una inclinación nihilista, ésta queda anulada por su carencia de tensión y de deseo.


En esta obra, empieza a considerar que unos confines han de incorporar otros, por eso la huella de una imagen blanca con fondo amarillo sucio queda atrapada por el tronco negro de la angustia, del temor a ser arrojado al exterior, a lo desconocido. Quizás sea una forma múltiple que emprende un nuevo rumbo desde premisas ya muy afianzadas, o quizás el final de un principio que todavía no ha germinado. Probablemente ésa sea la tensión que necesita para proseguir. Ojalá sea así.


Me encuentro a mi amigo Humberto bailando en el malecón en honor a Yemayá. Mientras lo hace canta:

  • "Orún oké orún salé ebá mi kachocho" (Dios en el cielo y en la tierra, no me dejes solo, ampárame).
Sigue bailando y dando vueltas con los ojos cerrados. Y a medida que lo sigue haciendo lo voy perdiendo de vista hasta que pasados unos instantes no lo diviso. Se ha ido pero sé que volverá.

23 de octubre de 2008

LIA KAUFMAN / LO TRANSLÚCIDO


Lo lineal, lo geométrico, lo que se somete a un escenario de líneas y volúmenes, acredita la transparencia poderosa de la idea. Y esta luminosidad, nitidez y diafanidad son la puerta que abre la aparición de los cuerpos en su doble condición de realidad encarnada en su ropaje y reflexión metafísica envuelta en un halo translúcido.


Lia Kaufman, artista nacida en Argentina y radicada en nuestro país, marcó su rumbo plástico bajo esa premisa, que podemos también conceptuarla como el trazo de emociones en espacios que se entreabren como cuadrículas intemporales para que la figura adquiera la luz del símbolo, la meditación estática de lo que es y representa.


Y lo consigue plenamente, de tal modo que un paisaje sin sombra -yo que soy tan amigo de ellas-, casi desnudo, otorga vida a seres que se quedaron un instante detenidos en su eterno deambular.


Aunque la que no se detiene es ella, que, a partir de un acervo pictórico que le sirve de guía, prosigue una trayectoria que arriba a nuevas desembocaduras estéticas, con el propósito de ensancharlas hasta convertirlas en deltas.


Los babalaos apostrofan al malecón por culparle de la pérdida de su magia. También mi amigo Humberto le hace causante de sus desdichas, de su incapacidad para retener su incontinencia plástica, su cólico iconográfico. Son tiempos malditos, le digo, en que la creación no puede escapar de la sombra que destruye.