26 de marzo de 2018

OLEG TSELKOV (1934) / HASTA A MÍ ME DESTEMPLAN ESAS CARAS


  •  El ruso TSELKOV era un artista silenciado y marginado en esa URSS inhumana, pero siguió pintando con ese sambenito a cuestas hasta que pudo marcharse a París y después instalarse en la campiña francesa.  


  •  Él no se volcaba en el lienzo sin más, simplemente albergaba dentro del mismo unas cabezas que en forma de máscaras ocultaban la tensión y el miedo a ser objeto de persecución o las pesadillas de una vida a la que le habían despojado de su engranaje.  Y para mayor relieve, lo bidimensional tiene una cualidad inherente de tres dimensiones que no puede evitarse. 



  •  Los colores refulgen, brillan, en orden a que el encubrimiento muestre una faz resignada, pasiva, víctima, aunque el resplandor pictórico aparezca con unos dientes que muerden al receptor al mismo tiempo que dan fuerza visual a su testimonio.   


  •  No es cierto lo que decía Harold Rosenberg respecto a que "el pintor moderno viene de la nada. Eso es lo único que copia. El resto se lo inventa". Al contrario, siempre se empieza y se desemboca en algo, en ese lenguaje pictórico que sin él nadie podría sentirse atrapado por lo que ve (John Berger).

Paseo así mi destino, que es quien anda, pues yo no soy quien anda; mi tiempo sigue sin que yo lo siga.
(Fernando Pessoa)

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