7 de enero de 2016

HORTENSIA NÚÑEZ LADEVEZE (1932) / AL FINAL TIENE SANGRE PROPIA

  •  El hecho de que esta artista canaria esté adscrita a creencias de dudosa entidad, no hace que su obra sea un producto carente de sensibilidad y talento. Milagrosamente -aunque suene a cierto sarcasmo- se despliega bajo unos presupuestos de creatividad emanados de un sentido de la forma que capta su propio espacio y tiempo. 
  •  No se someten -afortunadamente- sus esculturas a ningún principio plástico impuesto por y para la buena gobernabilidad supuestamente espiritual, sino que conforman estelas y rumbos que van desde la expresividad por sí misma hasta unos límites figurativos que tienen verticalidad y mínimo volumen (casi podría apuntarse a lo que sería un encaje existencialista). 
  • Metamorfosis intemporales de huecos y materia, como las que se levantan con el fin de erigirse en pájaros mensajeros con voluntad de abstracción y de reclamación de una naturaleza más acorde con la visión contemporánea de un pensamiento que no descansa.

El antropólogo Michael Taussig, al hablar de Cali, evoca el Infierno de Dante para describir la lucha por la supervivencia en dos de los tremendamente peligrosos barrios de las afueras de la ciudad. Uno es una famosa montaña de basura y el otro está lleno de niños corriendo con pistolas y granadas de fabricación casera (Mike Davis).   

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