20 de abril de 2015

PEDRO VARELA / YO SOY LO QUE AFLORA


  •  Sean dadas gracias al infierno el que la pintura no esté sujeta a la maldición de unas condiciones de orden y pulcritud respecto a la multitud de sus expresiones, técnicas y objetivos.


  •  Insiste el crítico, y persevero y añado,  en lo de que la obra no puede caer bajo la autoridad de ningún reglamento porque escapa a los dominios conceptuales, porque lo que hace es sugerir ecos poéticos, ondas de sentido, imaginarios plásticos inolvidables, y al final una absorción que nos deje vibrando. 


  •  Tal es el ejemplo del brasileño VALERA que, en su trabajo, sustancia el color, deja que haga y construya el tema, el contenido, no tocando ni siquiera su tonalidad para que permanezca como una naturaleza de lo que es una realidad pegada a la fantasía imborrable de un mundo ciego y cruel. Es su propia topografía la que plasma y hace visible en una conciencia y goce de lo que considera invisible.    


  •  Y lo que sí se muestra es una insaciabilidad sobria, acrisolada, que envuelve el espacio, que habita el cuerpo y la mente, que viste de floración fecunda, bella y altiva, de vegetación iluminada, la alegoría utópica de un territorio que revela a la vista sus entrañas.    

La indiferencia es la venganza que el mundo
se toma sobre los mediocres.
(Oscar Wilde)

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