24 de febrero de 2015

RAMÓN OVIEDO (1924) / SON LOS UMBRALES DE MI SEGUNDO MUNDO


  •  Decía Günter Grass que el artista lleva al papel aquello que lo deja sin palabras. Claro es que al dominicano OVIEDO lo que le sobran son vocablos que no necesita. Su obra va más allá al expresar esas formas orgánicas proteicas, que salen de la abstracción para completarse o simplemente quedarse en esa configuración que habla por sí misma entre esa riqueza cromática tan plural, tan prodigiosa que la hace vivir.  


  •  Es una imaginario tan prolífico y trascendente que hasta podemos cometer el error o el acierto de manifestar que solamente el artista que revela su personalidad de tal manera se encuentra, por este hecho, unida a la muerte. Y es verdad que estamos dentro de un abismo de ultratumba que nos impulsa a considerar tal plasticidad como la premonición más bella.     


  •  Hay luces y sombras, hay fantasmas de otros mundos que ya son los nuestros, hay ritos, diálogos y creencias, hay carnes en tinieblas y el signo de unas creencias ancestrales, que percibimos como un aura que nos va a rodear en su presencia. Así arranca la génesis de lo maravilloso.  


  •  Como declaró un gran autor, la verdad es que si el sueño es importante es porque en el fondo lleva a la metamorfosis del hombre. En sus lienzos está más presente que nunca.  

Nunca jamás reposo, ni sosiego ni calma.
¡Sólo la sangre, el viento, el fuego, el torbellino!
(Carlos Bousoño)

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