14 de noviembre de 2014

TYEB MEHTA (1925-2009) / ME HE IDO SIN ESE FUROR QUE ME AGOBIABA


  •  Lo híbrido o lo mestizo hacen de la forma algo inacabado, algo que siempre está en un proceso de transformación y que no es definitivo de una vez para siempre, sino un potencial de perspectivas constantemente nuevas y que en su indefinición definida encierra una vastedad.  


  •  Uno de los grandes de la plástica india, MEHTA, hoy desaparecido, es una muestra de que no es acertado esa exigencia ineludible y exclusiva de relacionar poéticas y lenguajes con el contexto cultural de donde surgen, pues en este caso habría que hablar de múltiples entornos estéticos y pictóricos de los que su obra se nutre. 


  •  Bien es verdad que su trasfondo oriental y místico es el que late y está presente, además de la intemporalidad, desnudez y planos en los que cada pieza se envuelve. Esos orígenes religiosos y creyentes están reflejado en esa violencia y dinámica de cuerpos humanos y animales, simplemente abocetados para que la sensación que produzcan esté más justamente equilibrada y encarnada, más distante y al mismo tiempo más detonante. La gama cromática, plana y modulada, es determinante en esa corriente de flujos vitales que emanan, tanto en su furor como en su espanto, en su odio como en su quebranto.  

Dame la mano y dime: hola,
¿tú conoces mar?
Yo te contestaría:
con los ojos cerrados, conozco el mar de dudas, 
el de la sombra,
el de la noche oscura.
Donde al final
siempre es el hombre quien de verdad naufraga;
quien se hunde en los quietos abismos,
en las calladas aguas, sin peces ni medusas,
ni olas.
(Antonio Quintana)

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