23 de octubre de 2014

JOEP VAN LIESHOUT (1963) / ASÍ QUE FUE UN ESPANTO REPENTINO


  •  Es cierto que es una necesidad de parte del arte actual mostrar que lo que existe lleva, finalmente, a una singular manifestación o puntualización de lo asqueroso (Castro Flórez), pero también a lo erótico, lo anatómico, a lo orgánico y fisiológico.   


  •  En lo que respecta a la obra del holandés VAN LIESHOUT no me resisto tampoco a a volver a citar a Castro Flórez cuando señala que son muchas las paradojas del arte moderno, embarcado en una pretendida liberación (social, de los instintos, de la tradición) que termina por resolverse en ambigüedad (negativa), aunque también puede ser entendida como potencia liberadora.    


  •  Efectivamente, este autor postula una visión morfológica mutilada o en trance de definición, liberada, provocadora y narcisista. No caben términos medios sino objetos producto de una realidad cotidiana que se ha vuelto loca y se expresa imaginando un pensamiento diseccionando un axioma. 

Vengo a buscar una tarde compacta,
a rescatar un sábado enemigo,
el ruido y el olor de una calle desierta,
el sol invicto que delata los trópicos,
los tiempos de matar y de lluvias reales,
de creer en mujeres besadas hasta el odio
en playas desiertas hasta la desesperación,
en momentos vividos hasta el bostezo,
en espadas hundidas hasta la felicidad.
(Mario Trejo)

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