21 de septiembre de 2013

ISAAC CORDAL (1974) / NO ESPEREN QUE FLOTEMOS


  •  No nos fijamos en lo pequeños que somos en todos los aspectos, no nos percatamos de lo autómatas que nos han hecho ser, de las soledades y hecatombes de las que somos víctimas y verdugos. Apenas podemos sacar nuestra insignificante y horrorosa cabeza de la superficie.  


  •  CORDAL, como buen gallego, sabe lo que son cruzar ciertos límites y celebrar determinadas agonías metafóricas. Vemos y no creemos. Pensamos que es un juego y en cierta forma así puede ser. Pero no, de serlo es letal a pesar de que intentemos explicarlo como fantasmagórico y alucinante. 


  •  También es posible que a estos hombrecillos los consideremos, dentro de esos espacios tan cuidadosamente elegidos como un reto a la realidad, como una provocación al espectador, que en parte lo es, sin pararnos a pensar que además de su plástica tan bien enhebrad, hay una fuerza consustancial de lo que nos constituye y con la fabricamos nuestro destino.   

Cómo duele en la sombre desear cuerpos muertos.
(Leopoldo María Panero)

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