30 de septiembre de 2013

ANTÓN PATIÑO (1957) / MIS HUELLAS


  •  El universo gallego sin símbolos y leyendas quedaría huérfano, despoblado, desorientado y casi roto. Por eso, su pintura lo redime buscando el hechizo preciso, el submundo olvidado, su santo y seña, el exorcismo, los lazos rituales, los altares desolados. Es una procesión sin límites que llega más allá del fin de la tierra.


  •  Pero el gallego PATIÑO los ha interpretado según el espíritu de exploración que ha sabido extraer de esos restos, de esas huellas, les ha dado una visión clara para los momentos en que lo ignoto se hacía marea y oscura para los tiempos en que desaparecía y entonces surgía el presagio.  


  •  El que sea una obra en que el color, los signos, el asomo de figuras, se alimente con un equilibrio engañoso, con una desnudez entre bronca y pausada, nos enfrenta como espectadores a una contemplación muda y cercana, íntima y quizá contradictoria. Superponemos nuestras claves a las suyas y entra ambas conforman el efluvio final y definitivo.    

Esta Sombre que es la sombra de mi sombra (Leopoldo María Panero).

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