5 de marzo de 2013

JANO MUÑOZ (1971) / YO NO PINTO, SÓLO DEJO LA HUELLA DE LO HUMANO


  •  Confesaba un personaje de John Berger, en una de sus novelas, que el color ha de conseguir todo lo que hay entre el hueso y la superficie de la carne, toda esa parte del cuerpo donde las sensaciones se clavan como peces espada o el dolor muerde como el tiburón.


  •  El color y la figuración del joven gallego MUÑOZ son casi más antiguos que el tiempo, pues sin ellos no sabríamos cómo se hizo nuestra existencia. Pero también es el icono imperecedero de toda nuestra pintura, la única que es inmortal, lo demás todo es efímero. Su depurado hacer es lo que nos hace ver una realidad tan múltiple como concreta. Porque hay en ella una luz que nunca se apaga aunque la muerte ya haya pasado y se haya despedido.


  •  No sirve de nada perdernos en referencias eruditas y antecedentes históricos y estéticos. Lo que es útil es fijar nuestra mirada en el momento presente en esas obras y escuchar el rumor de sus imágenes, el destino que guardan y revelan, los sentimientos que despiertan. En cada instante serán distintos y nosotros habremos de volver a contemplarlas una y otra vez para seguir percibiéndolos.  


  • Soy muchedumbre acaso
  • que deriva en las sombras de un misterioso acecho.
  • Mi palabra pronuncia nombres vivos,
  • materias conocidas de todos,
  • asuntos comunales que van de boca en boca.
  • ¿Por qué, entonces -me dije- mi voz ulcerativa
  • besa y canta y contagia
  • cuando ahora la fundo con metales secretos,
  • cuando quiero acuñarla con troqueles de indicios?
  • ¿Qué desdén me aniquila si me llamo el hermano
  • de otro ser que construye su paz con el silencio?

(José Manuel Caballero Bonald)

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