2 de mayo de 2012

EUGEN SCHÖNEBECK (1936) / CONFINAMIENTOS

  •  La modernidad sigue a la búsqueda de ausencias ignoradas que no encuentran el medio de hacerse visibles. Todavían quedan muchas a pesar de que las vanguardias hayan tratado de abarcarlas todas. Razón por la que también hay autores que chocan con ellas y ya no las abandonan. 
  •  Pero en esas iconografías no hay ningún tipo de reconciliación, los imaginarios no están para treguas ni recompensas. Así lo analiza y entiende el alemán SCHÖNEBECK hasta darle la vuelta, hasta desenterrar los cuerpos y las cruces y volver sobre ellas a reinterpretar el sacrificio con la piedad del horror. 
  •  Tantos desaparecidos vivos que están muertos según esos tonos y configuraciones tan espectrales nos evocan historias y espacios de retorno, de iras y saberes que a fuerza de perseguirlos no han convertido en mutaciones confinadas y aterrorizadas por su propia transparencia. ¡Quién dice que somos nosotros! 
  •  La fealdad en todos los órdenes es la condición de la belleza que sangra y duele, o su contraria, la que tortura y mata. Una dialéctica que a través de la imagen pone de manifiesto que lo trágico no se detiene, articula representación tras representación para dar cuenta de los valores que postula su visión plástica. 
  •  Si tales escrituras las tomamos como derrotas, las estamos legitimando como victorias no arrepentidas, que es lo que son, al fin y al cabo el escarnio es para tenerlo tan cerca que sea imposible olvidarlo. 
  • La rata pasea por el cordel su oído con un recado.
  • Un fuego suena en parábola y un ave cae;
  • el adolescente une en punta el final del fuego
  • con su chaqueta carmesí, en reflejos dos puntos finales
  •     tragicómicos.
(José Lezama Lima). 

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