22 de marzo de 2012

RAFAEL CORONEL (1931) / NO TENGO QUIEN ME ESCRIBA

  •  No sé si soy impermeable a la crítica, ni indiferente a la calidad y la imaginación, ni a depender de la habilidad de un asesor de imagen -¿existe tal espécimen?- que sepa convertirme en una atracción mediática. No utilizo fluidos, menstruaciones, vómitos ni secreciones. Lo monstruoso de mis imágenes ni es repelente ni morboso.  ¿Alguien da más?
  •  Y es que decubrí quién soy: un yo mago, alquimista, verdugo, profeta, "pitoniso", vidente, un Merlín, en definitiva, que aboga por una representación antinarcisista, provocadora, cruel, pero que no escapa a una belleza un tanto maléfica, un tanto virtuosa, y fiel a su propio código.  
  •  ¿Quienes son, nos preguntamos? ¿O qué es lo pictórico que se materializa en una realidad exaltada, que configura una estética conciliadora de lo mitológico y lo misterioso, lo soñado y lo cerebral? El mejicano CORONEL hace mutis por el foro. Gao Xingjian, el Premio Nobel, señala que la pintura permite realizar un viaje interior; todos los lugares que la imaginación está en disposición de explorar pueden ser expresados por la pintura, y esta expresión es ilimitada, pese a que es necesario volver una y otra vez a los procedimientos plásticos.     
  • Me enfado con Humberto y con Felipe, empeñados en invitar a ron al Basilisco, con esa figura de culebra venenosa capaz de matar con la mirada. Claro que cuando les explico que nace de un huevo que ponen los gallos a los siete años y que es incubado entre estiércol por un sapo, salen por pies y me dejan solo con él en este Malecón que sólo me trae tribulaciones.   

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