8 de febrero de 2012

LEONOR ANTUNES (1972) / NO SIRVEN DE COLUMPIO

  •  Sobre la base de esta obra de la portuguesa ANTUNES hemos de señalar lo que ahora, según ciertos autores, está de moda:
  • a) La torpeza pictórica.
  • b) El uso de materiales triviales o inartísticos.
  • c) El no a la conciencia plena del objeto.
  • d) Los modos aleatorios o automáticos.
  • e) La inclinación por los vestigios o márgenes de lo social.
  • f) La celebración de lo insignificante.
  • g) El no a las convenciones de la narrativa.
  • h) La parodia de estilos y tendencias.  
  •  Seguramente por eso ha dicho Braco Dimitrievic que si uno mira a la tierra desde la luna prácticamente no hay distancia entre El Louvre y el Zoo.
  •  Y no me fastidia que estas cuertas y correas sirvan para colgarse o ahorcarse, pues mientras uno va expirando no tiene otro pensamiento más entretenido que el conceptual de esta instalación. No obstante, establezcamos paralelos metafóricos, vayamos de puntillas y sigamos hasta esos pequeños focos, luz de inteligencia que a duras penas se ve como descubrimiento toponómico en esa jungla de sogas. Hay que tener cuidado de que el arrebato místico no nos haga pisar los triángulos -¿son amorosos?- ni asomarnos a sus espejos, son la leyenda que hace de testigo del martirio, del encierro sin salida ni columpio para la cita indebida.      
  • Se puede ver, tocar, palpar, pasear lo que se quiera y como se quiera, todavía nos encontramos en una fase del arte (siglo XX y principios del XXI) que es un péndulo imaginario entre Picasso y Duchamp.

  • Y como manifestaba Brandon Taylor, la instalación implica dirigir la atención desde los objetos singulares a los complejos y relaciones estructuradas dentro del espacio visual, tomando ese espacio más que como un contexto físico que como un fondo neutro para la obra.

  • Y concluye Ilya Kobakov, en la instalación, la política puede combinarse con la cocina, los objetos cotidianos con objetos científicos, la basura (la mía no, desde luego) con efusiones sentimentales.

  • ¡Qué demonios hace en El Malecón "El Piricu Sangrau"!, le digo a Humberto y Felipe. De seguir así ya no hará falta carnaval, los monstruos auténticos están todos quí.   

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