12 de octubre de 2011

ANA LAURA ALAEZ (1964) / PRÉSTAME TUS TOCADOS

  • Dicen que esas fuerzas simbólicas llamadas deseos salen de la periferia del ser. En el centro no hay nada, ni espíritu ni sulfato de potasio. 
  •  En consecuencia, si en relación a la obra de la vasca ALAEZ ponemos juntos el mito y el logos, podemos estirar el argumento hasta situarlo en el infinito del centro, ya de la nada o del todo. ¿Quién da mas?
  •  ¿Alcanzaría la disputa los términos en que se produjo en el I Concilio de Toledo? San Elipando, el arzobispo, se dirigió a San Beato de Liébana llamándole borracho y farsante. Pero éste no se quedó corto y le replicó tildándolo de cojón del Anticristo. ¡Joder con aquellos Santos y con la autenticidad de aquella época! Ahora son más hipócritas. 
  •  ¿Esta propuesta posmodernista, maquillada de diseño y marketing, se ofrece como aquello que se acaba? ¿Es todo lo que se termina? De ser así llegaría a ser innombrable excepto en lo del yo, en lo de que soy una artista que se pretende como un ego más que polisémico.
 
  • ¿O lo único que quiere es encandilar, seducir, conquistar? ¿Así comienza el ejercicio de venderla? Entonces no es necesario comprenderla, con lo que supuestamente lo haga la secta más rica que puede comprarla ya es suficiente. Glamour y chillidos y dinero.

  • Y mal olor porque de todas esas piezas tiene que salir una fetidez creativa, una pestilencia que impregne al espectador, pues es así como ha de calar en su cuerpo, somatizarlo y después hacerlo víctima de una afección visual insoslayable. Lo propio, en tal caso, es una huida rápida para no contraerla.

  • Una abadesa quería desterrar del rezo lo que no sonaba bien:
  • "No digáis Domine meo, que es un término muy feo; decid Domine orino, que es un término muy fino".   

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