21 de agosto de 2011

CARLOS MÉRIDA (1891-1984) / RAÍCES QUE ATRAVESARON EL CORAZÓN



  • ¿De qué sirven las ecuaciones en el arte? Pues de tener que cargar con ellas, veces más, veces menos, y estén despejadas o no. Aunque la más notable es la referida a objetos más galerías más salones más museos más coleccionistas más ventas más especulación, sin olvidarnos de premios, ferias y fiestas de guardar.




    • Pero centrándonos en el guatemalteco MÉRIDA, que no es ninguna ecuación, hemos de decir que él sí ha encontrado los símbolos adecuados y les ha dado una forma convincente. Y es que su fórmula plástica recopila la idiosincrasia constructiva y la hace moverse en la dirección ancestral, aborigen, autóctona de un subcontinente hasta ahora olvidado y despreciado.





      • Desde este sentido eclecticista, la raigambre convierte el pensamiento, la intuición, el sentimiento y la sensación en una obra de manifiesto impulso creativo y también en producto de solera, pasión y abolengo.





        • No es que nos vaya a descubrir increíbles mutaciones, inalcanzables estratosferas, no, no es eso, es que sencillamente nos revela que una iconografía con las maneras cimentadas, bien organizadas y conformadas depuran la gracia y el rito heredados, sus creencias y sufrimientos.





          • Los signos son reconocibles y a pesar de ello nos hablan de lo desconocido, de los tiempos remotos, guerreros y cultos, de los orígenes de una civilización y/o los mecanismos de su destrucción.





        • Atendiendo a lo que se ve, es una labor de recuperación, de rescate de presencias nuestras que nunca han tenido redención, lo máximo una convalecencia de lavado de imagen con funeral cantado.





        • Llueve sobre El Malecón y mi hermano Humberto Viñas aprovecha para hurgar en los huesos que traen las mareas. Piensa hacer con ellos un museo bajo tierra y no cobrará entrada. Amén.























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