27 de noviembre de 2010

FRANCISCO LOZANO (1912-2000) / NO RENUNCIAR A LO VIVIDO

  • Si he de pintor no puedo perder la memoria táctil, tectónica y visual de lo vivido y el donde ha transcurrido. Y no se trata de ser fiel sino de ser más que el hacedor de una lealtad que me frena. Seré detractor de mí mismo y devoto de la ilusión plástica que me embarga cuando la memoria es sólo un silencio alucinado de la mirada.
    • El levantino LOZANO, otra maravillosa excepción, ha revestido el color mediterráneo de su propia historia de contemplaciones, lo depura según una rememoración no escrita y sí revelada, luego lo plasma en paisajes que han esperado este momento para exteriorizar su propia biografía y éstos ya consiguen ser por sí mismos.

      • Antes de empezar la obra, el Mediterráneo y su cuenca esperan, abrazan al que viene a confabularse con él, a hacer de su claridad una ontogénesis de la que emerjan vestigios y alboradas sin esperas.


        • Deambulando, el artista, poseído del don cromático de la precisión y de la luminosidad centenarias, ha oteado lo sentido y presentido, ha percibido la quimera de sustantivarlo, de no dejarlo al albur de conjeturas, de volcarlo y obligarlo a vivir desde esos espacios que abren campos a la seducción de lo que estará siempre al alcance de un observador que sepa dotarlos de señas de identidad, de reflejos y ansias de goce.

        • La obra de esta autor viene a significar tradición y la modernidad que la remonta, tiempo, oficio y resumen, un reclamo para seguir con los ojos las ocres incógnitas que nos depara una creación que no únicamente está pendiente de sí misma.




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