20 de noviembre de 2010

ANTONIO LAGO RIVERA (1916-1990) / SIEMPRE LO ESTOY PINTANDO



  • Para algunos pintores el tiempo necesita derramarse antes de precipitar su sustancia en la tela. Para el gallego LAGO el tiempo ya está vertido e inclinado sobre el contemplador, aspirando la fragancia que dimana de su mirada.

  • Sin embargo, las tierra gallegas siguen escondiendo los vapores del sueño, entendiendo que no hay tales sin las brumas que ennegrecen las tintas, la balsa de fluidos o la capa de misterios que más que apaga, alborea y serena.
 


  • Entonces, y para hacerlo más insalubre, hemos de decir que la acuosidad es un saldo del que tirar sin miedo porque nunca se rompe, y es que hay que entrar en ella sin cumplir el protocolo, únicamente dejando que el horizonte o la insonoridad del fondo nos arrastre hacia la interioridad de unos espacios que aparentan un vacío que paulatinamente se llena.
El color es esencia y consistencia, es más que todo y menos que nada, en unos paisajes y bodegones que anuncian soledades grandes, encuentros fortuitos y seres extintos o a punto de serlo.

  • El remate lo pone este poema incompleto de mi amigo y artista José Luis Álvarez Vélez:
Sabia envenenada de noches frías, / quiero darte una velada con sabor a estrella, / cauce artificial, rotas las cañadas, cubiles de descanso.   

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