13 de septiembre de 2010

ANNETTE MESSENGER (1943) / LO COLGADO CAE Y SE RENUEVA

  • Aunque mi mirada esté envejeciendo pugna por no cerrar los ojos, ha de seguir viendo lo que se denomina, sin importarle, posmoderno, que no es rechazo de la modernidad sino otra manera de continuar observando y reflejando.
    • Por lo que a propósito de ello, la francesa MESSENGER nos ofrece unos espacios ficticios en que lo decorativo, que no peyorativo, en su manifestación más enloquecedora y como salvaguarda contraria y extrema al pensamiento fútil, se hace entelequia plástica de un imaginario que irá creciendo si no se solapa, si trasciende lo intrascendente para un retorno a la exhibición impúdica de la insignificancia inefable de lo real.


      • Jardines de infancia o paredes retablo que no silencian los gritos de unos objetos vivos o no acallan los improperios de los peluches o los guantes. Señal de que los símbolos no cuentan tanto como sus imbricaciones, ni tienen tanto interés sus claves como las formas alineadas en unos ámbitos que desnudan y escenifican la sintaxis de una pasión por contemplarnos en su interior jugando a ser el juego del haz y el envés, juguetes de una pesadilla que se reclama dueña de la vida y el arte.


        • Nos consumimos aquí, en El Malecón, de rodillas, amigo Humberto, sin el consuelo de una muerte a sombrerazos y el adiós de un ron inseminado.



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