13 de julio de 2010

PYKE KOCH (1901-1991) / APADRINANDO LA MAGIA

  • Estamos ante la obra de un neerlandés, KOCH, considerado el máximo representante del realismo mágico. Y desde luego me rindo, pero no por un hechizo que nunca descubriré, sino por la fascinación de una propuesta que impone el ocultismo de una belleza fría e insolente contenida en la fealdad.
    • Si contemplamos detenidamente estas imágenes nos cuidamos muy mucho de quitarnos las máscaras, queremos que sigan camuflándonos, guardando un misterio que no nos atrevemos a descubrir, que tiene que continuar custodiado para que no haya nada que exteriorizar.


      • No se trata de convicciones ni de encuentros con la razón, sino de intuiciones que nos revelan estos retratos, derivadas de una verdad que se hace plástica gracias al encantamiento y al ensalmo. Son primeros planos que no tienen salida, no dejan un hueco en la ensoñación de la mirada en campos miríficos. Aunque bien es cierto que ni falta que hace.


        • En definitiva, que para eso están estos antisímbolos, para que la estética de lo prodigioso permanezca viva aunque sea con disfraz.



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