19 de marzo de 2010

GEORGE PAUL THEK (1933-1988) / DESGUACES MORTUORIOS

  • El norteamericano THEK, en su concepción del arte, tenía todo su ser abocado a establecer un contacto con el mundo que fuese su forma de dotarle del contenido que creía más definitorio para describirlo.
    • Y lo hizo sobre la base de lo sórdido, perecedero, mortuorio, encapsulado. Practicaba una crueldad piadosa que exteriorizaba en esas obras lo que hallaba en el entorno, en la historia y evolución del mismo, en la cultura universal que le penetraba con motivo de sus múltiples viajes.

      • Siempre he oído decir que el mérito de un artista estriba exclusivamente en saber encontrar o idear, reconocer y presentar ese aspecto especial descubierto en lo advertido o tropezado. Nunca tan cierto como en este caso, a lo que hay que añadir que esa vocación mortuoria, lúgubre, era probablemente producto de un sentimiento derivado de un procesamiento de lo solitario, al que uno se somete teniendo la seguridad de que esa es la única vía para solventarlo, para imprimirle la solución estética adecuada en orden a expresarse bajo la pasión definitiva por la vida y la muerte.







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