22 de febrero de 2010

JUST MADRID 2010

  • Para que una Feria de Arte reuna las condiciones requeridas y justas no han de faltarle espacios, medios y capacidad de sorpresa. JUST MADRID ha sido cicatera en todos estos factores, que además son la base para su proyección y visibilidad, miopía - pues del ver se trata- que puede pagarse de cara al futuro.
    • Por este motivo, son escasas las propuestas a las que podemos hacer referencia -bien es verdad que partimos del hecho de que es una apreciación muy personal- y que no llegan a completar un mínimo panorama atractivo y seductor.

      • De empezar, podemos hacerlo con MANUEL ANTONIO DOMÍNGUEZ GÓMEZ -"el hombre sin cabeza"-, armado con un dibujo preciso y sin misericordia, seguir por el joven vasco IVÁN GÓMEZ, poseído por una imaginación sin límites y por una aparente facilidad para encontrar los métodos y mecanismos más idóneos para estructurar una obra en constante movimiento, continuar con FERNANDO NAVARRO y acabar con SANTIAGO YDÁÑEZ y sus grandes formatos.



  • Había más, claro está, pero no han dejado un poso suficiente para evocar su presencia, aunque es de recibo expresar el máximo respeto a su trabajo, que en todos los casos hemos de estimar digno y esforzado, y que al fin y a la postre puede tener importantes frutos dentro de unos años.

  • Reproducciones de obras de Iván Gómez, Manuel Antonio Domínguez, Santiago Ydáñez y Fernando Navarro.





1 comentario:

  1. La pintura que ha realizado el autor sombre Cayetana de Alba se ve una imagen dura. Una mano amarrada a una silla de ruedas. La mano necesaria para empujar el resto de una vida, y que ésta sea cómoda, y digna. La belleza exterior es efímera. Con el tiempo se marchita igual que una rosa deshojada. Pero nos queda la belleza interior que es la que marca un rostro duro o cálido, y un corazón bondadoso. El autor de la obra ha vestido su trabajo con tonos suaves pero también grises que transmiten frío. Por lo que con ello transfiere la crueldad a la que nos puede entregar el destino. Por otro lado la calidez que desprenden las ropas de lana que abrigan a la Duquesa de Alba vuelve el aire calido. Igual transmite dulzura la hebra que sostiene entre sus manos.


    La otra obra del rostro, al contemplarla es como si la frialdad del metal nos llegara a enfriar los huesos, y congelara nuestro corazón volviéndolo un témpano paralizado. La combinación de tonos que ha empleado el autor se transforma en hierro pulido sin ningún tipo de gesto en donde una piel tersa parece muerta. Mirar los ojos de ese rostro es como mirar una noche gélida en donde el sufrimiento quedo petrificado.


    Saludos

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PAUL CADDEN (1964) / NO SIN EPITAFIOS