20 de febrero de 2010

BERNARDO TORRENS (1957) / EL MISTICISMO DEL DESNUDO

  • Al español BERNARDO TORRENS los cuerpos le piden la desnudez y la inmovilidad para que el éxtasis místico les llegue con mayor espontaneidad, sin que tengan que esforzarse ni diluirse. Quieren ser carne limpia, sin arrugas, que desprenda espiritualidad porque la negrura ya ha quedado atrás, no es más que un fondo que raya lo invisible.
    • Y efectivamente, con el arrobo se exterioriza en la piel y en el modelado de las figuras la belleza sin atributos que el artista propone como síntesis de la armonía que debe presidir la ambición de ser y estar.

      • Las imágenes no confunden ni inspiran desconfianzas, ni tampoco concitan reflexiones, son instantáneas de plasticidad concebida desde una dimensión que nace y se forma a partir de esqueletos, tejidos, sangre, órganos y músculos.

      • Y a partir de esa contemplación ascética, hay también sensualidad, voluptuosidad, erotismo, elementos todos ellos que el autor hace integradores y no excluyentes, porque lo que supongo le preocupa es que sus obras estén destinadas a situarse no solamente como cómplices sino también como efigies táctiles que nos alimenten de ensueños.

      • Partiendo, entonces, de la idea de que hay que ver hasta conocer y experimentar, el motivo expresado y planteado no puede ser más idóneo.

      • Mi amigo Humberto, después de muchas horas de trabajo en el taller, se sienta en el muro en este amanecer dolido y me dice que ve cisnes azules y verdes. Ya estamos otra vez con la pesadilla del hambriento y sediento, le respondo. Y se acabó el ron.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

PAUL CADDEN (1964) / NO SIN EPITAFIOS