4 de marzo de 2009

MARTÍN PÉREZ IRUSTA / LO VISUAL


Decía Rudolf Arnheim que el lenguaje y las imágenes son modelos equivalentes en la actividad que llamamos pensamiento, lo cual sugiere que las personas pensamos "visualmente".


Por lo tanto, cuando contemplamos esta obra del joven artista argentino Martín Pérez Irusta es el momento en que la reflexión, a partir de nuestro propio bagaje cultural, toma parte activa en desentrañarla, si bien considero que se produce pasado el instante inicial en que fugazmente se da la aceptación o el rechazo. O un simple ensimismamiento dubitativo.


Es cierto que los cuadros incorporan elementos de significación muy saturados, densos y complejos, que exigen ese esfuerzo de cavilación visual, pero también es obvio que ese potencial de posibilidades no son estrictamente necesarias para su comprensión nuclear. Ni siquiera lo pretenden.


En este caso concreto, esta obra tiene unas connotaciones plásticas que dejan abierto el planteamiento sobre su culminación, lo cual la hace más fértil en los confines de nuestra introspección, sin que ello constituya un juicio de valor sobre la misma, que en última instancia depende de la singularidad de cada espectador.


Gracias a los duendes insomnes caribeños, el malecón ha tomado un giro inesperado. Recibe sembrado de flores a sus habitantes de la noche, les permite promesas eternas, gritos de libertad y les bautiza con el ron negro que oculta en su cripta. Pero calla la proximidad del amanecer sombrío que les espera.