20 de noviembre de 2008

JUAN BARJOLA


Juan Barjola, artista extremeño, ha rastreado y batido desde su infancia sus tierras en busca de una verdad que las hiciese visibles.


Y es lo que ha hecho a lo largo de su vida, no a través de los predecibles signos de la sublimación sino mediante una insumisión consciente y deliberada a lo arquetípico. Lo ha llevado a cabo merced a la incrustación en el lienzo de la crudeza e inclemencia de unos unos suelos que gracias a la superposición escalonada de vertientes tonales inflama el espíritu primigenio.


Postula con ello un mismo destino y una misma suerte a tierras y hombres, ligados a trabajos ingentes, aridez y sequía. Un testamento en el que lo plástico recobra toda su energía para verificar que la metafísica de la materia custodia parte de una sustancia intangible.


Mi amigo Humberto me dice que se alimenta de fluidos salinos que se desbordan del malecón. Yo le advierto que esos nutrientes tienen tanta sangre que ahogan la vida y no dan derecho a ventanas con cielo. Estando de acuerdo, nos hemos puesto a ayunar para tratar de poner rumbo al limbo, ya que allí esperamos encontrar algo de ron por lo menos.

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