7 de octubre de 2008

CÁNDIDO PORTINARI


Pocas referencias hay en España de Cándido Portinari, el gran artista brasileño del siglo XX, razón por la que ha pasado, y todavía continúa pasando, desapercibido.


Si a principios del siglo XX se decía que "las cosas pueden ser como son pero no lo sabemos, pues lo único que sabemos es que no son como las vemos", Portinari si las veía y las pintaba como lo que eran. Él participaba de la máxima de Munch: "el arte no tiene valor si no es sangre y vida".


Y a partir de esa convicción, se propuso ante todo recuperar la comunicabilidad en el arte, tal como que lo exterior no se difuminase en lo interior, que lo telúrico, desde esa realidad atroz de un continente, no se quedase en una mera sensación virtual, en un estéril juego cromático de búsqueda de cóncavos y convexos.


Y creo que su obra lo ha conseguido y por tanto ha rescatado desde una dimensión y contexto del subdesarrollo, de la fenomenología del hambre y la miseria, toda una visión plástica que se iniciaba siglos atrás en Grünewald.


Fuerza expresiva incontenible que no cabe en un grito de desolación, sólo en el alma de un mundo agónico.


Mi amigo Humberto sigue sin darme noticias desde su isla, lo que sólo me procura elucubraciones que no tienen un destino común, que carecen del aullido que atraviese un océano magro de incertidumbres y henchido de temores.


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