18 de julio de 2008

FRIDA DE DIFUNTOS


La de Paco Chika, joven artista extremeño, es una estética con la que ya estamos familiarizados, eso es seguro, por lo que de nada sirve extenderse sobre ella.


Por el contrario, sí que interesa destacar que la visión que aporta en esta obra, "Frida de difuntos", dota a sus iconos de un papel transgresor con el que sumir nuestra mirada en la ironía de lo posible o de lo imposible. Tal es como el virtuosismo y la representación se aunan para que el enfoque plástico sea una realidad cruzada con el simbolismo de una tradición.


Y con ello refrenda toda la historia de un estilo y un formato que se remonta al primer cartel moderno creado por Henri de Toulouse-Lautrec.


Paseando de madrugada por el malecón entre hambrientos de nada y nihilistas de todo, me viene a la cabeza la reflexión impensable que se hace Hans Sedlmayr sobre el arte moderno en relación al "predominio del espíritu inorgánico y el esteticismo y su adaptación al punto de vista humano".


Incapaz de dar con la cuestión que me permita dilucidarlo -de ahí lo impensable-, continúo con mi paseo a la espera de que el amanecer anegue este rincón que hasta ahora ha estado colmado de compañías compartidas y ensimismadas.

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